Y muy a nuestro pesar, dejamos la playa… pero empecemos por el principio.
Pero nuestro rumbo hacia el sur continuaba, ahora en busca de aquellas playas que una mujer norteamericana nos recomendó estando en Amritsar (lo que queda ya lejos, pareciendo imposible que eso fuese hace tan solo mes y medio en el mismo país). La llegada a Gokarna se vio marcada por buenas caminatas cargados de mochilas, conversaciones interesantes con gente cuyo estilo de vida desconocíamos y, cuando finalmente llegamos a Kurle Beach, cansados, viendo que la playa no parecía el paraíso que habíamos imaginado y tras visitar unas cuantas habitaciones (por no llamarlas zulos, lo que nos alejaba aún más del paraíso), cayó la noche y con ella la decepción, antes incluso que la puesta de sol. Pero a veces todo llega. Descubrir unas acogedoras cabañas, darte una ducha bajo las palmeras y terminar durmiendo mientras oyes el mar tras una buena cena lo cambia todo y, aunque la playa no era tan espectacular, el ambiente era radicalmente distinto. La puesta de sol descubrió el carácter de Gokarna. Gente con malabares, tocando instrumentos, pocos garitos y nuestra preciosa cabaña bajo las palmeras, su sendero hacia la playa y el placer de conectar con un lugar. Nuestro hogar durante cuatro noches nos ayudó a bajar más aún las pulsaciones. De nuevo paseo a la playa, baño y comida, haciendo nada y disfrutando de la selva, la playa, las gentes y no tanto de los mosquitos.
Como comienza a ser habitual, el momento de la partida nos apena, hay fecha fija para llegar a la Fundación Vicente Ferrer y queremos ver Hampi, que casi sacrificamos. Pero compramos unos billetes de bus nocturno en clase sleeper y, como decíamos, muy a nuestro pesar dejamos Kurle Beach, el lugar donde pasa el tiempo sin sentir, donde te despides del camarero nepalí del restaurante con un abrazo y de la gente de tu Guest House prometiéndote que volverás. Llegamos a un agujero y nos marchamos de un paraíso… menos mal que al empezar a rellenar otra vez la mochila, comienzas a llenarte con la ilusión de la nueva etapa. Y que lo que tenga que venir surja de nuevo…
Cuando los caprichos del hombre se unen a los de la naturaleza.
En el hotel coincidimos con Yocelyn. Esta simpática chilena nos acompañó durante los dos días de caminatas por los lugares más fantásticos que se puedan imaginar. Y del mismo modo que Indiana Jones penetró en nuestros recuerdos en Jhodpur, aquí nos sentimos como la Compañía del Anillo o como Lara Crof, caminando entre ruinas de templos inimaginables y paisajes de rocas imposibles. Increíble. Pero nada de lo que os contemos puede explicar este lugar. Las fotos difícilmente pueden mostrar la realidad. Hampi hay que verlo y sentirlo.
Y de nuevo partimos con ganas de disfrutar más del lugar, pero nos esperan el día 6 de diciembre en la Fundación Vicente Ferrer. Presuponemos vivir algo distinto mientras nos dirigimos entre autobuses y trenes locales, comiendo samosas y charlando con la gente que se apiña entre estaciones. Otro desplazamiento sin butacas libres, sentados en las puertas del vagón, siempre abiertas, contemplando el paisaje y el sol que avanza tan despacio como el tren.
Increíble como siempre...
ResponderEliminarMuchas envidia con ganas de conocer esos lugares.
Un besote hermososssss
Ese primate! Like a "pop" star!
ResponderEliminarDisfrutad a saco! Que total cuando volvais aquí todo va a estar igual (pero con un barbas aperroflautado de presi, xDDD).
Sendos besotes a ambos.
Hola aventureros!! es impresionante!!! disfrutad mucho, que digo! mas que mucho.... muchos besos....
ResponderEliminarFeliz Navidad!!! no hemos podido conectarnos antes, sorry... ya vemos que el viaje sigue viento en popa, que guay!!! por aqui, todo sigue igual, bueno un presi facha, y un colega casado jajjajaja, nos acordamos mucho de vosotros en la boda y os echamos de menos, ya os contaremos pormenores... muchos besos de los tres y a seguir disfrutando muuuuaaa
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