jueves, 22 de marzo de 2012

Cumu está!


En Filipinas hay playas de arena blanca, selva, ríos increíbles, un fondo marino que quita el hipo, peces gigantes y monos enanos, gente acogedora y simpática, muchos volcanes y más de 7000 islas. Esto es para los que quieran descubrir el país por si mismos o no les interesen nuestras historias. Para los que les apetezca entretenerse, o no tengan otra cosa mejor que hacer, esto es nuestro viaje a Filipinas y nuestro comienzo en las islas del sudeste asiático…


Translation

No se puede entrar en un país sin salir antes de otro. Es algo que hemos aprendido en este viaje. Pero hay formas y formas. Lo normal es hacerlo de forma tranquila y tomarse tiempo para ir al aeropuerto tras unos días de prisas y preparativos. Después de un tiempo viajando, mejor dicho, de vivir viajando, esto es relativo. Tal y como os contamos en la entrada anterior, estuvimos en Bangkok haciendo tiempo tras solicitar nuestra visa a Filipinas. Todo bien hasta que Javi enciende el ordenador el día antes de salir y dice: “¡Joder! ¡Que el vuelo es esta noche, no mañana!”. Y llegó el caos, las prisas por imprimir billetes, coger el bus y un bocata para cenar y cagarnos de miedo pensando que casi perdemos el vuelo. Todo salió bien y aprendimos la lección que de nuevo será olvidada.

Tras unas incómodas horas nocturnas en el avión, llegamos a las 6 de la mañana a Manila. El plan, salir de allí cagando leches rumbo al sur de la isa de Luzón. Llegamos, nos orientamos, sacamos dinero de un cajero y nos preparamos para afrontar nuevo país, taxistas agobiantes, costumbres desconocidas y demás, especialmente el no conocer precios, transportes ni nada. Y aquí llegó la primera sorpresa. No hay agobio de taxistas ni de nadie, preguntamos la forma más barata de llegar a coger un bus hacia Legazpi y un chico nos sube en un minibús y otro nos acompaña hasta la puerta del bus barato que nos lleva a dicha ciudad. La frase: ¡joder que fácil! ¡y sin que nos pidan pasta!


Philipino conection


 Tras catorce horas de bus y flipar con los increíbles paisajes que comienzan nada más salir de Manila llegamos a Legazpi. A la mañana siguiente empieza lo bueno, nos subimos a un jeepney (que son esas cosas de la foto, que circulan a todas horas entre todos los puntos irradiando color y ruido) y nos dirigimos a Donsol, donde está uno de los principales motivos que nos han hecho cambiar rumbo y venir a Filipinas antes de lo previsto. Aquí empezamos a conocer a la gente sin entender nada hasta que dicen alguna palabra conocida. Pocas horas en el país y todo parece fácil y muy bonito, hay poco turismo extranjero y cualquier lugar por el que pasamos parece bueno para quedarse unos días. No podemos pedir más nada más llegar. Pero bueno, ¿que tal una tortilla de patatas y un potaje de garbanzos? Concedido… y es que encontrar una guest house barata y con cocina cerca de un mercado no tiene precio.


 


Butandín

Ya lo habíamos nombrado. Lo habíamos hablado y soñado cientos de veces. Nadar con el pez más grande del mundo, el tiburón ballena o butandín, como lo llaman los pescadores de la zona. No se sabe muy bien por qué, desde noviembre hasta mayo, en Donsol, se reúne una gran cantidad de estos animales, posibilitando el poder verlos haciendo snorkel. Te subes a un barquito y los que antes se dedicaban a pescarlo ahora lo buscan para que los turistas podamos disfrutar de la experiencia de ver y nadar con semejante pescado. Probamos el primer día a media mañana, cuando hay menos turistas, pero esta vez no hay mucha suerte y solo podemos ver a uno pequeño durante unos segundos. Desilusión y tristeza. Lo pensamos y al día siguiente volvemos a primera hora.

Y “voilà” !!hoy era el día!! A los pocos minutos de estar con el barco encontramos al primero ¡¡y éste no era un bebé!! Quizá unos 9 metros y sin ningún tipo de vergüenza, ya que nos deja nadar a su lado durante un largo recorrido. Volvemos a subir al barco y aún no nos ha dado tiempo a quitarnos las gafas y ¡chicos, otra vez al agua! Otro butandín, ligeramente más pequeño pero igualmente precioso. Nada muy despacio y muy cerca de la superficie, podemos verlo perfectamente, sin ningún tipo de prisa, hasta donde nuestra energía nos permita nadar o hasta que el animal decide nadar algo más profundo y lo perdemos de vista. Otra vez al barco y otra vez al agua, repetimos 7 o 8 veces, y todas ellas nadando con butandín. En el que fue el último baño para Esther esta fue la experiencia: “el barco nos dejo unos cuantos metros por delante de la trayectoria del animal, solo tengo que quedarme quieta y esperar a que llegue. Con la cabeza debajo del agua mirando, y de repente, ¡ahí está! Enorme, y viene hacia mí. Va muy despacio. Conforme pasa por debajo de mí puedo observarlo muy bien y muy muy de cerca ¡este va realmente muy cerca de la superficie!  Le veo su enorme boca cerrada, su cabeza cuadrada, su enorme cuerpo repleto de lunares azules, las más que enormes branquias, la aleta y la cola. Nado a su lado, está demasiado cerca, me intento alejar pero parece que su trayectoria sigue el mismo camino que el mío. Veo a un chico que se pone justo encima de él, y me digo, ¿por qué no? Me coloco justo encima de su cabeza!! Con mis brazos en cruz no alcanzo a lo ancho que es el animal. Nado encima de butandín!! Voy en su cabeza, a la misma velocidad, como cuando me subí encima del elefante! Aunque desde el respeto sin llegar a tocarlo en ningún momento. Las distancias en el agua engañan mucho, pero para mi percepción (que es lo que le importa a mi corazoncito) si hubiese estirado mi mano hacia abajo le hubiese podido tocar, increíble!!! La verdad que tenía miedo, era una mezcla de miedo y alegría sublime, en fin, jodidamente emocionada. Cuando mi corazón ya no puede latir más rápido me pongo a su lado y veo como se aleja, despacito, de forma majestuosa. Subo al barco, me abrazo a Javi y  rompo a llorar, como un niño pequeño cuando tiene un disgusto muy grande, con suspiros y pucheros. ¡¡Guau!! ¡¡Que increíble!! Ha sido demasiado, no estaba dentro de mis expectativas. ¡¡No me puedo creer lo que acabo de vivir!! El grupo se tira una vez más al agua para volver a nadar con el animal, pero para mí ha sido suficiente. Me planto aquí. La experiencia merece un 10, el animal es precioso y es increíble que deje que nademos a su lado.”

De todos modos, no hay palabras para describir la alegría y la emoción sentida. Esperamos que os hagáis una idea de la felicidad que producen estos momentos en los que se cumple un sueño…









Nuestra vida en Filipinas

La vida para nosotros en este país consiste en estar mojado la mayor parte del día. Porqué nadamos con butandín, hacemos snorkel con peces payaso, buceamos entre arrecifes de coral con millones de peces de colores, o porque llueve bastante a menudo… el clima tropical tiene estas cosas.

Tras dejar Donsol nos dirigimos hacia el sur. El transporte es fácil pero lento, muy muy lento. Tardamos tres días completos en llegar a Bohol, concretamente a la pequeña isla de Panglao. Aquí la rutina es levantarse e ir a la playa a hacer snorkel, desayunar y volver a meterse en el agua, hasta que empieza a llover… El fondo marino de esta isla es increíble y lo disfrutamos muchísimo (Javi ha pasado una media de 4 horas al día de snorkel). El coral es precioso y la cantidad de peces abrumadora. Disfrutad las fotos porque se nos hace difícil describir lo bonito que es. La playa es de arena blanca pero no es la más idílica, esto tendrá que esperar.

Para rematar el disfrute bajo el agua, el último día en esta isla realizamos dos inmersiones en la zona protegida de Balicasang. Flipar se inventó un día que Jaques Cousteau se metió en el agua y vio algo como esto. Y flipamos (vale si, otra vez, pero en eso consiste nuestro viaje ¿no?). Nada más entrar al agua vemos una escuela de Jackfish. ¿Que qué es esto? Pues es un montón ingente de peces de unos 30-40 centímetros nadando en espirar, formando un rosco o un torbellino con un muro por el cual no se ve nada que no sea el pez. Giras la vista y un jardín inmenso de corales con colores y formas dignos de la imaginación de un esquizofrénico alimentan a miles de peces de todos los tamaños y colores. No sabes para donde mirar y te concentras en tranqulizar la respiración y no chuparte la botella en cinco minutos. El resto de las inmersiones discurren por muros plagados de corales y la más diversa vida. Nos emocionamos de nuevo con las tortugas, en este caso hasta cuatro tortugas verdes. En el caso de Javi, que aún no había disfrutado de estos fondos marinos, al igual flipar se queda corto…





No todo es nadar


Pues no, además de mar y fondo marino en la isla de Bohol hay muchas cosas. Nos decidimos finalmente por ir a la población de Loboc, para disfrutar del río, la selva y hacer una excursión para ver a los monos más pequeños del mundo, algo ideal tras haber visto al pez más grande. Bonitas contradicciones. Disfrutamos de un bonito hotel con piscina, del pollo asado, de un baño con los niños en el río (orgullosos de la azaña de haber enseñado a los jóvenes filipinos a hacer la bomba y decir ”mola”), de bailes locales en el río y como empieza a ser inevitable en este país, de las conversaciones y la compañía de sus gentes. Nunca imaginamos que podrían llegar a ser tan hospitalarios y acogedores. Vemos a los Tarsiers, flipamos con este bicho, que cabe en la palma de una mano, gira la cabeza 360°, se alimenta de noche y de día se queda quieto (como lo veis) en una rama, lo que deviene en un milagro para que solo esté en peligro de extinción… jamás habrá una presa más fácil… pobre bicho, pero que gracioso con esos ojos y dedos que inspiraron al creador de Gollum…

 
Así dejamos Bohol, no sin coger un par de buses antes de llegar al puerto, nos vamos a la muy recomendada Camiguin Island donde esperamos apalancarnos un poco, ya os contamos si encontramos buenas playas o un volcán con lava calentita donde nadar… si tardamos en publicar la siguiente entrada, otra vez, no sufráis, nosotros no lo hacemos…