martes, 22 de noviembre de 2011

Cruzando el sereno Rajastán


Tras los ajetreos de Uttar Pradesh y más de un mes dando tumbos por la India, nuestros ojos comienzan a mirar hacia las tranquilas playas del Mar Arábico. Y hacia el sur nos habríamos dirigido de no ser por la atracción que tiene, para nosotros y casi todo el mundo, adentrarse en Rajastán. Los míticos turbantes, bigotes y zapatos picudos, el desierto, los camellos y las grandes fortalezas Rajputas convierten esta zona en una de las más turísticas y, tras nuestro paso por aquí, no nos extraña que lo sea.


Jaipur. La ciudad rosa

Entrando en autobús a Jaipur ya se empieza a notar la diferencia con el resto de las zonas visitadas. Montañas de roca caliza bordeadas por murallas repletas de arcos y avenidas más amplias. Los contrastes empiezan a verse desde la ventanilla del bus. Grandes centros comerciales y gigantescos edificios con fachadas de cristal que reflejan carros tirados por camellos y a elefantes que circulan entre el caótico tráfico. Grandes joyerías, restaurantes y hoteles de lujo y, en la puerta, grupos de niños descalzos pidiendo rupias y recogiendo botellas de plástico. Se nota el poder económico de la ciudad y que la mano de la colonización inglesa fue estrechada, penetrando mucho más en la arquitectura y en la sociedad de la ciudad rosa. Y rosa es porque fue pintada así por un Maharahá ante la visita de Eduardo VII cuando era Príncipe de Gales, amistad entre realezas hoy en día conservada. Que se diviertan jugando al polo mientras seguimos buscando un lugar barato donde desayunar.

Respecto a la parte de visitar y conocer los distintos zocos de artesanos, los edificios y demás zonas bellas de la ciudad, se conocieron a medias. Y no por falta de tiempo, si no por unos dulces que Javi comió, que no sabían muy bien y le dejaron disfrutar de un relajado día charlando con el señor Roca. Esther, por su cuenta, pudo disfrutar del atardecer sobre la ciudad rosa, de los edificios construidos a lo largo de siglos por los maharajás de Jaipur y, ante todo, de los decorados elefantes que paseaban por las calles, las bellas telas que confeccionan y muestran las tiendas callejeras y de estrechas y escondidas calles, apartadas del bullicio, que terminan en magníficos patios semi-abandonados. Y para coronar nuestra visita, nos sorprendimos bailando en plena calle con unos agradables sijhs que celebraban una boda, luces, músicos y novio en carroza incluidos.







Jodhpur. La ciudad azul

Después de tantas semanas rodando por la India, Jodhpur es uno de esos lugares que pueden devolverte las ganas de seguir viajando durante más tiempo, que te animan y te inspiran. Nada más salir de la estación del tren, a pesar de estar en plena ciudad nueva, con su alcantarillado abierto, su ruido y suciedad, levantas la mirada y te asombras ante el Meherangarh, un sorprendente castillo en lo alto de una colina de 125 metros de altura, con impresionantes muros y palacios. Al acercarte a la ciudad vieja, dejando atrás una bonita torre del reló y, sobre todo, al dirigirte hacia la entrada del Meherangarh te puedes sentir como Indiana Jones en el Templo Maldito llegando al castillo del Maharajá.

La visita turística al fuerte y los palacios y el deambular por la ciudad vieja, con un azul deslumbrante (en este caso por un motivo mucho más útil que el rosa de Jaipur, puesto que se pintan para evitar al calor y los insectos), es una auténtica maravilla. Cenar viendo esta obra iluminada y levantarte antes de las siete de la mañana para ver su murallas pasando del blanco al rojo mientras el sol se levanta junto a un palacio, es el tipo de experiencia que buscas en cualquier viaje. Entiendes porque a todo el mundo le gusta Rajastán.


Españoles en Jaisalmer

xSi el Meherangarh de Jodhpur nos maravilló, no fue para menos la llegada al desierto del Thar y la increíble Jaisalmer. De nuevo el Dr. Jones se mete en nuestros cansados cuerpos tras horas de autobús para pasear por una ciudad sacada de un sueño. Murallas, havelis (palacios) y casas color miel salpicadas de filigranas arquitectónicas en mitad de la nada del desierto. Para colmo y, como respuesta a un comentario casual que fue algo como: “…llevamos un montón de días sin conocer a nadie majete ¿no?...” nos vimos, cual bola de nieve que crece. Comenzamos con una chica alemana, seguimos con una pareja del País Vasco, sumamos dos españolas más y un argentino en la comida y, para terminar el día, cenamos en la antigua casa de un primer ministro convertida en un precioso hotel invitados por su simpático dueño, junto con una italiana y una coreana al más puro estilo indio, en el suelo, con las manos y del mismo plato, compartiendo la comida y unas risas. Lástima que la diversidad de la India nos vaya llevando por caminos distintos y solamente podamos disfrutar de un día de conversaciones, risas y, finalmente, intercambios de mails, esperando volver a vernos, en este país, en el nuestro, o en donde sea…



Para rematar la visita al desierto, no hay nada como conseguir una moto por unos tres euros (aunque después pagásemos cuatro por cinco litros de gasolina…), perderse por las ruinas del desierto, sentir la arena de las dunas bajo nuestros pies, adelantar a un solitario camello en una recta rodeada del árido paisaje, descubrir una colina desde la que divisar un pequeño oasis, en el que refrescarte y ver llegar a docenas de vacas y cabras a beber, acompañadas de pastores del desierto. Acostumbrados a terminar las jornadas cansados de trabajar-estudiar y realizar tareas domésticas, concluir la agotadora jornada cenando en la terraza del hotel, tras la ducha y la visita al Thar, con otras simpáticas españolas y una holandesa, no tiene precio (y aquí realmente es muy poco…). Dejar Jaisalmer al día siguiente nos apena, nos habría gustado estar de algún día más, pero tenemos billetes de bus y tren para llegar a Udaipur, parando de nuevo en Jodhpur. El viaje ha de continuar. Sitios maravillosos y gente de lo más variado y de lo más agradable. No hay duda de que estos momentos se repetirán, por lo que agradecemos los instantes vividos y volvemos a pensar en la próxima parada.


Luces en la noche de Udaipur

La última etapa en Rajastán, tras un agotador domingo de trayectos en tren, nos lleva hasta Udaipur. Queríamos comprobar si era tan bonito como nos habían dicho. Al llegar solo evidenciamos la belleza de la habitación que conseguimos a muy buen precio. Nuestro pequeño palacete con “sofá” incrustado en el hueco de la ventana, un bonito arco y una comodísima cama. A la siguiente mañana podríamos disfrutar del Lago Pichola y las islas y palacios que hay en él. Udaipur es una ciudad muy turística, llena de tiendas y joyas como el Palacio de la Ciudad y el Templo de Jagdish. Pero cuando el sol cae tras las montañas al oeste de la ciudad es cuando esas joyas brillan y deslumbran. Desde la multitud de restaurantes y terrazas de hoteles te puedes maravillar ante los iluminados palacios, reflejándose sobre el lago, ante el Palacio de la Ciudad, que mira a los montes circundantes, en los cuales también brillan las luces de lejanas construcciones. Es una maravilla sentarse a contemplar esta ciudad de noche, para después irte a dormir como en los cuentos que oíamos de pequeños. Es un lugar donde sentirse como la princesa de las historias, o como el aventurero de las películas. Un bonito broche a nuestra visita a Rajastán.

Dejamos esta zona y, como nos ha pasado varias veces en este viaje que solo acaba de empezar, con pena por los lugares que no hemos visitado y con ganas de llegar a la siguiente etapa. Ahora es cuando toca poner rumbo al sur, pasar dos días comiendo y durmiendo en tren, dejar atrás Gujarat, Mumbay y las zonas más turísticas de Goa. Ahora toca buscar playas aisladas, rodeadas de selva y, si tardamos en volver a hablar con vosotros, no os preocupéis, estaremos haciendo nada a orillas del Mar Arábico.




4 comentarios:

  1. Gran post, ¡¡cómo siempre!!

    Nos encanta leer vuestras aventuras y anécdotas y ver las fotos que son increíbles. Nos da mucha envidia.

    Seguid contándonos vuestras historietas.

    Un besazo viajeros

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  2. Como siempre, parece que estemos soñando con vuestras palabras.... Vemos que estais de maravilla y eso nos gustaaaaaaaa!!!! Bueno por aqui pocas novedades la verdad, bueno mi peque esta dando sus pasitos jiji se está haciendo mayor, en breve le compro un pasaje y osla envío para allá jajajjaja... Un besazo de los tres, no nos cansamos de leeros... y un fuerte abrazo, si si de esos que se note el calorcito ummm.... Os queremosssss

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  3. Hola pollo, hola chiquitines! gracias por leernos y vuestro refuerzo... ahora estamos en la playa con calorcete... disfrutando de la sombra de las palmeras y la puesta de sol en el mar.

    Nosotras tambien os queremos!

    PD. Cuando Daniela aprenda a correr nos la enviais a pata, que esto esta lleno de hippies con sus criaturas...

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  4. hola chicos!!! no se si son buenas noticias las que os doy pero.... ya tenemos fecha para ir a veros madre y yo. necesitamos saber un correo donde podamos estar en contacto. sera para febrero, dos semanitas para compartir con vosotros en cualquier parte del mundo que esteis!!!! besitosssss

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