lunes, 20 de agosto de 2012

Vacaciones de verano

 
1 de agosto de 2012. Nunca hemos tenido vacaciones en estas fechas. Nunca lo hemos querido. Vuelos caros, sitios llenos, etc. Pero lo dicho, vamos al epicentro del turismo playero-dominguero mundial, Bali. Llegamos al aeropuerto de Dempasar con la comodidad de saber que Paco y Ester, que volaban el día anterior, nos han vuelto a reservar habitación, igual que cuando llegamos a Kuala Lumpur. Le pillamos el gusto a esto, estaría muy bien poder mandar a alguien un día antes para que te buscase hotel y se ubicase en la ciudad. Empiezan nuestras vacaciones de verano, ¡chupi!

IMG_5036Pero la costumbre es la costumbre y nos negamos a pagar un taxi a Kuta, donde nos esperan. Casi se puede llegar andando y los taxistas se dedican a dar sablazos a los turistas recién llegados. Tras caminar bajo el sol, preguntar mil veces y negociar precios con los taxistas que no paran de pitarnos y preguntar “where do you go?”, encontramos un bemo que, como suele pasar en indonesia, nos lleva por menos de un euro a los dos.

Kuta tiene tres partes. Desde lo alto de un edificio, preciosos templos, bonitos techos de teja, a diferencia de la omnipresente chapa metálica de toda Asia, y un bonito cielo azul. Bajo esa línea, calles llenas de taxistas pesados, agencias con precios insultantes, guiris con motos haciendo el macarra, más y más guiris con tablas de surf y todo ese conjunto, medio monstruoso, medio claustrofóbico que hace que te preguntes porqué todo el mundo quiere venir aquí. Será por la playa. Vamos a la tercera parte, la playa. Error. Grande, con arena rubia grisácea normalucha, llena de guiris, cuatro palmeritas y arbolitos, gente haciendo masajes, etc… de verdad que no entendemos porque Kuta está tan lleno. Para colmo, por la noche las discotecas y su personal invitan a entrar y beber, más guiris borrachos y las típicas escenas lamentables de los que se han pasado con las copas. Menos mal que al día siguiente llega Cachi y nos vamos directamente al norte de la isla, a Tulamben, donde Mery y Jonathan, recién ascendidos a la categoría de Dive Master, nos esperan (quien no se acuerde que busque en las entradas de Filipinas cuando estuvimos en Siquijor).

IMG_5017Negociamos transporte, es caro pero hemos tenido suerte. No llevamos ni dos días y las diferencias entre Bali y la otra parte de Indonesia que conocemos se notan. Aquí la arquitectura es bonita, hay templos (son hinduistas), esculturas, etc. En general tiene un ambiente bonito (salvo por lo dicho de turistas, agencias, discotecas… pero para gustos…). Pero el guiri paga más, ya no hay “hello mister”, solo “¿taxi?” y precios desorbitados para absolutamente todo, con lo que toca volver a pelear por todo. Lo de los taxistas en toda la isla es agobiante, cada tres pasos hay uno dando la brasa. Nos acordamos de una peli italiana de Jaimito, donde el chaval iba con su abuelo en un taxi atravesando una zona con muchas prostitutas e inocentemente le pregunta: “Abuelo, ¿las prostitutas tienen hijos?”, a lo que el abuelo contesta: “¡claro! ¿de donde crees que salen los taxistas?.

Pero a lo nuestro. Tras mucho tiempo nos encontramos con Cachi, en el aeropuerto de Bali. Estas cosas son fascinantes. Directamente nos enfilamos hacia Tulamben parando en un supermercado para comprar un par de chuches. En dos días hay algo que celebrar.
 

Dive, dive, dive… y mucho más

Poco más que eso hay que hacer en Tulamben. Salvo que vayas a estar ahí el 3 de agosto en compañía de Esther. Llegamos y nos reencontramos con Jonathan y Mery, los primeros amigos del viaje con los que nos reencontramos, tras habernos reunido con Cachi y cuando nos habíamos habituado a la compaía de Ester y Paco. Este viaje ha tenido cosas muy grandes, pero volver a estar en compañía de amigos tras tanto tiempo los dos solos es otro viaje en si. Entre risas y charlas sobre nuestras vidas en los meses pasados organizamos los dives del día siguiente. Y el día fue grande.

P8031390El 3 de agosto Esther cumple 31 años y los astros se han alineado para poder celebrarlo con muchos amigos, dentro y fuera del agua. Nos cascamos tres inmersiones, la primera de ellas en el Liberty, un pecio de 130 metros, del que se podría decir que está destrozado si no fuera porque está petado de coral de proa a popa. Junto a una gorgonia Mery saca una pizarra de FELIZ CUMPLE ESTHER y tenemos la suerte de que una compañera de nuestros amigos Dive Masters del Universo nos va haciendo fotos en todas las inmersiones. Bucear, comer, bucear y comer más y mejor. El regalo de cumpleaños estrella lo trae Cachito. Lomo, jamón y queso del bueno. Cervecitas y más risas. A Esther también le caen unos cuantos regalos más y el día pasa a los anales de la historia. A pesar de estar tan lejos de casa y de ser algo tan distinto, la celebración ha sido espectacular, sobretodo cuando tuvo queapagar la vela a 15 metros de profundidad.


P8031534
Y el día siguiente un par de inmersiones más, repitiendo el buceo en el barco, que no es para menos. Que gusto da poder hincharse a bucear. Y es que los buceos en esta zona tienen un precio genial y lo aprovechamos. Además Javi, por pesado, se saca un dive gratis al día siguiente, pudiendo acompañar a Jonathan y Mery en la última inmersión de su viaje, que toca a su fin. Paco ha podido disfrutar de la buena visibilidad en la zona, lo que se nos negó en Perhentian. Cachi descubre el buceo en aguas tropicales y toda la vida que se encuentra bajo el mar. Por si fuera poco, Ester (la de Paco) se anima a hacer un Discover Scuba Dive y lo hace a lo grande. Nada más entrar en el agua para practicar el primer ejercicio (el de llenarse la máscara de agua y vaciarla), su instructor y Paco flipan cuando, en lugar de hacer el ejercicio, dice que no y señala. Empiezan a pensar que no es lo suyo hasta que comprenden, se giran, y ven un tiburón. La leche.
 


Palacios y templos

IMG_0819¿Hemos dicho algo feo de los transportistas en general y de los de Bali en particular? Pues seguro que nos hemos quedado cortos. Para salir de Tulambén hacia el siguiente destino nos cobran una bestialidad. Para matarlos. Nos toca pelearnos para visitar un templo que habíamos negociado y solo tenemos ganas de descuartizar al taxista. En fin, que nos vamos a Ubud, en un microbús, los siete, como en una excursión del cole. Los templos que visitamos son una pasada. Tras los dos meses anteriores solo habíamos disfrutado de esas cosas en Toraja y aquí la cultura balinesa nos gusta mucho. Llegados a Ubud comprobamos que los templos están por todas partes, igual que bonitas terrazas de arroz y nos acostumbramos a pasar de agencias turísticas y de los, otra vez, puñeteros taxistas. Los palacios de Ubud no son para reyes. Gracias a Mery y Johathan nos alojamos, por el mismo precio que venimos pagando por sitios de mierda, en una pedazo de habitación, con una cama increíble, agua caliente, en un patio balines con sus pequeños templitos y un techado de madera tallada, con una cama, una mesita y mil virguerías más. Lo remata la familia más que simpática que lo lleva, el té y café durante todo el día y un desayuno que llevábamos tiempo sin ver. Casi ni nos lo creemos.

Aquí descansamos, solo algunos, porque Paco no se quiere ir a casa sin subir un volcán y Cachi está ávido de montaña. Los dos le echan valor y, primero se pelean por toda la ciudad con las agencias, lo que a nuestro juicio es más duro que llegar al campo base del K2. Después se van a las doce de la noche porque han deIMG_5086cidido subir al Agung, de más de 3000 metros, y se tienen que pasar toda la noche pateando. Lo consiguen, vuelven hechos mierda pero contentos. Javi, Esther y Ester solo se pasean por las terrazas de arroz y se relajan. Por la noche nos vamos a ver el Kecak, una danza extraña que descubrimos en la peli-documental de Baraka y que teníamos ganas de ver. Pues eso, que de vez en cuando también apetece hacer el turista y dejar el rollo viajero duro por un rato. Ubud se presta y es un buen sitio, con comida occidental a precios razonables y este tipo de cosas para guiris.
IMG_4938



El último viaje al este

Y llegó el día, casi sin darnos cuenta, en el que Ester y Paco nos dejaban, para pasar los últimos días de su viaje en Kuala Lumpur. El día anterior fueron Jonathan y Mery. No olvidaremos los días pasados con ellos, igual que no olvidaremos el queso que Paco nos dio cuando llegamos a Kuala Lumpur ni el queso fresco y los yogures que Mery y Jonathan nos regalaron en Filipinas. Todo el día pensando en comida, es lo que toca en la maravillosa Indonesia. Divagaciones culinarias a parte, nos separamos de nuestros amigos. Cachi y nosotros dos ponemos rumbo a Lombok, hacia el este, por última vez. Cuando lleguemos a Flores solo quedará ir hacia el oeste, no para encontrarnos con Clint Eastwood, si no porque ya toca y no hay más tiempo para seguir viajando hacia donde sale el sol.

Cachi comienza a disfrutar de la experiencia de viajar en barco por Indonesia. Esas cosas como que el ferry llega al puerto, tras cuatro horas, y se queda una hora más flotando plácidamente a pocos metros del puerto, esperando a que le dejen hueco para “aparcar”. Disfrutando de cosas como que un grupo de delfines comience a danzar y saltar junto al ferry (algo que hasta el momento no habíamos disfrutado en el viaje). Llegamos a Lombok y continúa la pesadilla de transportistas y de agencias que te quieren vender la moto, el coche, el barco y una nave espacial si pueden, todo ello a precio guiri, of course…

No teníamos pensado pasar mucho tiempo en Lombok, tan solo el necesario para organizar una excursión en barco hasta flores, con paradas para hecer snorkel y, por supuesto, en el Parque Nacional de Komodo. Negociamos un bemo y nos vamos a Mataram, la capital de la isla. Ciudad Indonesia sin más, con un bonito hotel y sin peña que nos atosigue por la calle. Poco que hacer pero ya es de noche para seguir. No encontramos más información sobre el cutre crucero que queremos hacer y nos marchamos a Sengigi, zona playera para extranjeros donde seguro podremos contratar el barquito. Y así lo hicimos, parando un par de días para ir a la playa y, en compañía de dos valencianas que habían alquilado un coche, hacernos una excursión a las playas del sur. Nada de otro mundo pero Javi disfruta de la sensación de conducir un coche por Indonesia, por la izquierda, al más puro estilo del país. Mola.
 

Crucero a la indonesia

Un crucero, para nuestros bolsillos, en Indonesia, no exactamente lo que se puede esperar de lo que imaginas cuando te dicen crucero. Un crucero en Indonesia es un barco de madera, donde meten a 24 guiris durmiendo en colchoncitos en el suelo, se come mucho arroz, solo hay un wáter y se mueve lo que no está escrito con la más mínima ola. Pero se pasa muy bien.

IMG_0921La cosa no empezó bien. Entre el grupo se encontraban un padre y sus dos hijos, de Barcelona, que habían comprado dos billetes para camarote. El barco no tiene camarote y cuando Albert reclama lo que toca, el encargado se pone chulo y por un momento parecía que íbamos a terminar en batalla campal, entre marineros indonesios y turistas españoles… todo se calma, el idiota del encargado pide perdón, les devuelven la diferencia y partimos. En general se estaba bien, poco espacio y demasiado guiri con ganas de beber y fiesta, lo que incomoda para la tranquilidad y en algún momento para dormir. Algún momento en el que quisimos echar por la borda a algún borrachuzo haciendo cosas de borrachuzo y una noche dando saltos en este cascarón con las consecuentes escenas de mareos y demás. Pero la gente era bastante respetuosa y majeta (a excepción de una “Barbie” canadiense que habría que haber entregado como ofrenda a los dragones de Komodo o haber abandonado en algún arrecife de coral, para alimentar a los pescaditos de colores y ayudar así a la flora y fauna del lugar). 

Las paradas en una cascada, en una isla para subir a una montañita, en diversos arrecifes para hacer snorkel y esas cosas estuvieron bastante bien. IMG_0906La comida sin ser una maravilla estaba buena (con el omnipresente arroz) y la cantidad suficiente (salvo cuando hubo pollo, pues llevaban dos que sirvieron para dos comidas, haced el cálculo de a cuanto tocamos si nos comemos un poyo entre 23). No vimos mantas-raya pero disfrutamos de los dragones, sobre todo en Rinca, donde nos fuimos los españolitos a hacer el trekking corto y el resto del barco a uno más largo, pudiendo ver a hembras cavar para sus nidos y a un dragón juvenil posando para nosotros. El resto de bichos los ves en el restaurante porque, según dicen los guías del parque, van al olor de la comida aunque nadie los alimenta, cosa de la que nos cabe una razonable duda. El caso es que las islas, tanto Rinca como Komodo, están petadas de monos, ciervos, jabalíes y demás presas para el bicho más antiguo sobre la faz de la tierra. Hablando de los lagartitos, son una pasada. Como se mueven, la piel, las garras y el resoplido que de vez en cuando dan. Acojona su tamaño y el hecho de saber que si te muerden casi seguro que te mueres, por las bacterias y el veneno, en breve. Para tu tranquilidad a la entrada de Rinca hay una lista de los ataques, 18 en los últimos diez años, con tan solo tres muertes en el acto… que bien…

IMG_5292IMG_5227
Terminamos el crucero y llegamos a Labuan Bajo, en Flores. Queríamos bucear, nos habría gustado conocer el interior de la isla, llegar al este para subir al volcán Kelimutu y demás. Pero no hay tiempo, tenemos que volver a Bali a recoger a Sonsoles y quedan pocos días. Salir de Flores a Bali es complicado, hay que atravesar Sumbawa y Lombok y el transporte es lento y cutre. La opción de un “transfer” organizado es cara, pues aquí también cobran barbaridades por todo a los turistas y más teniendo en cuenta que en dos días es el día de la independencia Indonesia y en cuatro el fin del Rambadán. Pero la suerte (ya juzgais si buena o mala), quiso poner un barco de la Pelni dos días después de nuestra llegada con destino al puerto de Dempasar, en Bali. Ahora hablamos de ello. Aquí en Labuan Bajo poco que hacer, no hay tiempo para bucear, que pena, porque nos habían hablado muy bien del buceo aquí (aunque también teníamos en cuenta que las inmersiones son difíciles por las corrientes). No hay tiempo así que nos aprovisionamos y nos preparamos para las treinta horas de barco que nos esperan. Ya habíamos viajado en la Ekonomi de la Pelni, pero con el bonus de la madre de Melinda (en nuestros comienzos por Indonesia) y habíamos jurado que nunca más. Pero en estas latitudes, nunca se puede decir jamás, porque como es el caso, la mejor opción que teníamos era esta, y nos consideramos afortunados por romper nuestra promesa. O al menos eso pensábamos.
 

Si hubiese transporte público en Mordor, lo llevaría la Pelni

Habíamos dicho que teníamos suerte pues el billete en el barco de la Pelni es relativamente barato y nos ahorraba unas treintaicinco horas de ferries y buses cutres. Pero cuando llega el barco, con ocho horas de retraso tras habernos levantado a las tres de la madrugada, empieza el espectáculo. Al principio ves como la gente se acumula en el embarcadero, pero cuando vas a pasar un policía te dice que no puedes, que la puerta se abre a las diez. Que le digas que hay dos mil personas dentro no importa. Pero la gente se cuela y el poli para a quién le da la gana. Montamos una estrategia. Javi con tan solo la mochila pequeña para ir ligero ha de colarse y encontrar hueco para pasar las treinta horas de viaje. IMG_5622Después, con más calma, Esther y Cachi irán a buscarlo con los bultos. Javi se cuela cuando el poli abre la puerta y deja pasar a unos cuantos (el sabrá porque). Pasemos a primera persona. Me coloco en un lugar estratégico donde parece que van a bajar una de las dos pasarelas. El barco llega petado, hay gente hasta en los botes salvavidas. Tras cuarenta y cinco minutos al sol, entre docenas de indonesios ansiosos por subir, disminuye el fluyo de gente que sale cargada con mil bultos. Por la otra pasarela ha empezado a subir gente y el ambiente está tenso. La gente empieza a empujar y cuatro policías nos paran, hasta que no pueden y salto a la pasarela, me cuelo entre un sobaco, una caja de cartón y la barandilla. Como animalicos conseguimos subir a la cubierta y empieza la búsqueda de una superficie en las salas de la Ekonomi Class. Todo lleno hasta que al final, cerca de la proa, encuentro hueco para tres o cuatro personas (habíamos conocido a Ricardo, de Palencia, que iba a compartir nuestro trayecto en el barco). Entre un par de familias me ayudan a guardar el sitio y además no hay nadie fumando, el calor no es infernal y no huele mal pues no hay aseos cerca. Ha merecido la pena.

IMG_5633Pero lo que no tenía precio era la cara de Cachi cuando llegó. Flipaba y no era para menos. El barco se había llenado de forma que, sin exagerar nada, no había medio metro cuadrado de superficie sin ocupar, salvo un leve pasillo para moverse. Miles de personas subidas a cualquier lado, toneladas de basura, aseos inmundos y treinta horas por delante. Que guay es viajar. Pero por suerte por la noche se baja mucha gente y podemos salir a cubierta a cenar y tomar el aire. Además, un simpático hombre nos cede tres colchonetas para dormir y la cosa mejora. El caso es que viajar en un barco de la Pelni es una experiencia en si, como los trenes indios. Hay que vivirlo por un rato. Pero no mucho, por supuesto. Algunas frases de Cachi son ilustrativas. Destaquemos, tras su visita al baño “si pudiese clavarme un lápiz en las fosas nasales y perder el sentido del olfato, no me lo pensaba”. Pero las horas pasaron, charlando con Ricardo, paseando y viendo las escenas del barco, preparando comida y comiendo, hasta que con diez horas de retraso llegamos de nuevo a Bali. Nos gustaría contar mucho más de este trayecto, pero se haría muy largo, ya os contaremos en persona, salvo que tengáis el valor de experimentarlo por vosotros mismos. Nosotros la próxima vez que volvamos será para hacer un documental titulado “trasportes de mierda por el mundo”.
 

Vacaciones estilo balinés

Llegamos tarde, intentan clavarnos por el transporte, pero encontramos una furgonetilla que nos lleva a Sanur, junto a una pareja de franceses que venían en el barco desde Sulawesi, con tres días y dos noches. Ole sus cojones. Empezamos a buscar alojamiento y es caro. Pero a veces, solo a veces, te toca el gordo. Esther buscando habitación llegó a una casa donde tenían habitaciones. Nada más verlas se da cuenta de que no son para nosotros. Efectivamente le dicen que cobran 150 dólares por noche. Pero no hay nadie y le ofrecen por la doble 250.000 Rps., unos 23 euros. Pasamos la noche con Cachi compartiendo una habitación y aprovechamos la oportunidad al día siguiente.

IMG_1105Y tres días pasamos en una habitación de coña. Con piscina particular, una cama con techadito junto a la piscina, tele, equipo de música, DVD, cocina, jardín, flores encima de la cama, un aseo de la hostia, con una bañera enorme, nevera, aire acondicionado, tumbonas… en fin, increíble. Tres días para relajarnos antes de recoger a Sonso y enfilar el final de Indonesia. Tres días comiendo comida occidental y tomando cervezas, tumbados en la piscina y leyendo en la cama exterior, viendo películas tumbados en la cama y sin más. La playa la vimos y confirmamos que las playas de Bali son una castaña, alguna habrá decente, pero El Altet le da mil vueltas a esta. Una parada técnica para no hacer nada salvo escribir en el blog y descansar en un hotel que normalmente solo es para los pastudos. Unas vacaciones al más puro estilo occidental y de la forma más ociosa posible. Genial.

IMG_5116





























1 comentario:

  1. Toda una odisea lo del viaje en barco,jejeje!!! Y vuestra foto en la piscina como unos senyores, sin palabras, jejeje!!! Disfrutar mucho de la companyia.

    ResponderEliminar