martes, 11 de septiembre de 2012

Un paseo por Cambodía

 
IMG_6473Y un paseo porque le hemos dedicado mucho menos tiempo a este país de lo que nos habría gustado. Myanmar con tres semanas, Malaysia un mes y medio, casi dos para Tailandia y otros tantos para Filipinas, casi dos y medio a India y tres para Indonesia. Menos de diez días es muy poco, pero es el tiempo, el mismo que habíamos olvidado en otras partes, el que manda y nos hizo elegir si, dejar el antiguo imperio de Angkor para otro viaje o darle al menos tiempo para lo más turístico. Y la segunda opción fue la elegida, sin duda, por las ganas que teníamos de ver los templos de Angkor.
 

No tuk-tuk!

Phnom Penh es una capital relativamente pequeña, bastante tranquila y con bastante encanto. De nuevo las estupas, los monjes y la buena comida de la zona nos sacan la sonrisa que no perdemos a pesar de los insistentes pero majetes conductores de tuk-tuk que ofrecen sus servicios desde una veintena de metros nada más verte. Encontramos un buen alojamiento, con una ducha caliente que ya volvíamos a echar de menos, y nos metemos un plato de noodless de los de verdad, no los instantáneos de Indonesia. Nos tomamos una cerveza baratita y buena y descansamos de las dos noches anteriores en el tren y el aeropuerto. Por cierto, a pesar de ser la séptima vez que cambiamos de país seguimos teniendo ese gusanillo de llegar a un lugar nuevo, desconocido y por descubrir.

IMG_6493Un poco de turismo por templos y por la S-21, una prisión del régimen de Khemer Rojos de Pol Pot que pone los pelos de punta, no tanto por lo que ves, si no por su historia de detenciones, torturas y reclusiones. Una barbaridad que se completa con la visita a uno de los campos IMG_6518de exterminio en las afueras de la ciudad, donde en tres años fueron asesinados casi 20.000 camboyanos, y donde es casi imposible caminar sin pisar los cientos de huesos humanos que afloran de la tierra durante la temporada de lluvias. Desde que visitamos McLeod Ganj al principio del viaje no habíamos visto nada más triste. No importa cuanto viajes, no importa cuanto veas, es imposible imaginar que cosas como estas hayan sucedido, sucedan y vuelvan a pasar. Es inimaginable la locura que pueden llevar a cabo los seres humanos. IMG_6543Y es desesperante la impotencia de ver que aquellos que cometen estas locuras salen indemnes, como tantos otros que ni tan solo serán llevados a juicio por ser quienes controlan el planeta. Hemos visto cosas maravillosas, gente encantadora y lugares increíbles, pero estas aberraciones del ser humano no tienen parangón.
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Variedades culinarias y otros placeres

Tras las penurias sufridas por la alimentación indonesia, los menús de los restaurantes camboyanos se nos hacen una delicia. Mención especial a la primera comida en el país. Un restaurante con buena pinta, no es caro para como vemos los precios y tiene jarritas de cerveza fría más que baratas. Elegimos algo que acompañamos con la birra, que hace su efecto tras tanto tiempo de probar el alcohol poco o nada. Contentillos, queremos otro plato y Esther señala la foto de uno en el menú. La chica nos señala otro y ella insiste. Queremos este plato de carnaza rellena. IMG_1243Y entendimos a los pocos minutos porque la camarera insistía en ofrecernos otro. El relleno de la ternera en cuestión es impresionante. Una pasta de larvas blancas con hormigas negras, rojas y amarillas, adornado por unos bichos bastante más grandes, como avispas, con sus alas y todo, y la parte de atrás verde, para darle más color. Lo bueno fue que íbamos pedo, lo malo es que nos lo comimos (no los bichos grandes, esos los quitamos).

Otra cosa especial que puedes hacer en Phnom Penh es buscar y disfrutar (entre comillas) de los masajes de los ciegos. Bastante interesante y en el caso de Javi, a pesar de pedirlo “no strong”, un poco doloroso, aunque después te quedes pero que muy bien. Esther además de disfrutar del masaje se partía de la risa cuando oía los gemidos de Javi a cada apretón del masajista ciego.

 
¡De mayor quiero viajar a Angkor Wat!

O algo así nos pasa a muchos en cuanto vemos una de las conocidas imágenes de las ruinas. En el caso de Javi, que se quedó con las ganas en su visita a Laos… tan cerca y sin tiempo, era cuestión de orgullo. A punto estuvimos de volver a casa sin visitar esta maravilla. A punto. Menos mal que Esther tenía claro que no se iba de Asia sin pasar por aquí y todo cuadró bien.

IMG_7004Y tras buscar un lugar cómodo donde descansar de las jornadas en bici entre los templos, alternadas con visitas a los numerosos mercados de Siemp Reap, visitamos los templos de Angkor. No todos, por supuesto, porque están a decenas de kilómetros unos de otros y hay muchos, pero que muchos. Pero evidentemente si que visitamos los más importantes, o casi todos. El famoso Angkor Wat y los otros con las grandes caras IMG_6836de piedra, así como las ruinas con gigantes árboles y sus raíces entre las rocas. No vamos a describir los templos ni nada de eso. Mejor los visitáis vosotros porque merecen la pena. Igual que pasear en bici por los caminos selváticos entre las ruinas. Cuesta creer que no puedas ver un templo desde lo alto de otro cercano por la cantidad de arbolacos que crecen de por medio. No pudimos disfrutar completamente de las famosas puestas y salidas del sol porque ahora mismo, en estas fechas, llueve mucho y salvo por algún momento puntual, las nubes, cuando no la lluvia, nos han acompañado en la vistita a las ruinas.IMG_6862 Lo bueno de esta estación es que no había demasiados turistas. Mojados, cansados y contentos gastamos nuestra entrada de tres días en Angkor. Pero también hay algo de tristeza. Es nuestra última visita, el último eslabón de la cadena que comenzó en Nueva Delhi justo once meses atrás (nada más y nada menos). A Javi se le saltaron las lágrimas cuando la chica que revisó la entrada a la zona de templos el último día dijo, con una amable sonrisa: “Oh! Last day…!”. Y no sabía la razón que tenía…
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Partimos de Camboya y, como os decíamos, con la sensación de haber hecho el guiri y poco más, acostumbrados como estamos a darle tiempo a la gente, conocer costumbres, comida, etc. El caso es que, como es evidente, nos habría gustado estar más tiempo aquí, visitar zonas más rurales y apartadas de las rutas más turísticas como hemos hecho en todos los países y, sobre todo, conocer mejor a los khemer, más allá de las pesadas e insistentes vendedoras y de los omnipresentes conductores de tuk-tuk (por cierto, no confundir con los taxistas balineses o los indianos, estos son pesados pero también de lo más majete. Se puede ser un plasta, pero un plasta simpático). Pero volvemos a ser esclavos del tiempo, nada es permanente y nuestra impasividad a la cuarta dimensión tampoco.
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¿Y ahora que?

Pues con las mochilas un poco más cargadas de varias compras en los mercaditos, un bus hasta la frontera y cruzar, por enésima vez, a Tailandia. Otra vez en el reino de Siam, en un tren cutre, de camino a Bangkok. Y contamos ya cinco veces que llegamos a Bangkok, por una u otra razón, y la cuarta que nos quedamos. Así que esta ciudad, que siempre nos ha gustado, es casi como una segunda casa. Volvemos a los garitos de siempre, esta vez no a nuestra Guest House de siempre. Queremos un descanso y buscamos algo un poco mejor, con baño y limpio de verdad, por muy barata que fuese y por mucho cariño que le tengamos. ¿Y que hacemos tres días en Bangkok al final del viaje? Pues visitar el Weekend Marcket, y a los centros comerciales y, como no, volver al mercado de amuletos. IMG_7431Una de las cosas más frikis que puedes visitar en Tailandia. Y mira que para frikis los Thai. Nos volvemos a asombrar con las cosas extrañas que tienen como amuletos, así como por las tiendas de complementos para mascotas, los centros comerciales de 7 plantas para ropa de mujer y demás… Nos relajamos. Tailandia es cómoda y fácil. Disfrutamos de la comida, los shakes, los pankakes y de los desayunos en nuestro garito preferido. Cuantas veces, sobre todo en Indonesia, habíamos soñado con volver a este antro a desayunar un bocata de pollo con un café y una ensalada de frutas con yogurt…
 

Show must go on!

Y el fin de algo es el principio de otra cosa. O tal vez es un continuo, porque tras tanto tiempo fuera de nuestra antigua normalidad. Tras tanto tiempo viviendo como nómadas. “Volver” a casa no es volver. Es otra cosa. Es otro viaje que empieza, casi como cuando dejamos un país para entrar en otro. Creemos que volvemos a algo conocido, pero seguro que no es exactamente así. Muchas cosas han cambiado, nosotros también. Las noticias que nos han llegado no son buenas. Tal vez ahora toca posicionarse y dejar nuestro retiro mental del mundo. Tal vez ahora toca ser un poco más conscientes de que nuestro mundo no es inmutable, ahora que conocemos un pedacito más. Al final algo hemos aprendido. Pero también sabemos que hay muchas cosas allá donde vamos ahora. Sabemos que hay gente que nos espera, sobre todo a Carla, a quien deseamos sostener en brazos más que nada en este mundo. Y nos sentimos afortunados. Igual que cuando estábamos en alguno de los paraísos encontrados y pensábamos la suerte que teníamos por haber podido llegar allí, ahora nos sentimos afortunados de que nos esperéis. Ya no queda nada para volver a dar un beso o un abrazo. En breve. Hasta ese momento. Gracias por leernos, gracias por escribirnos y gracias por echarnos de menos. Tal vez los rencuentros sean una de las mejores cosas del viaje. Ya os lo contamos. Seguramente en persona. Ya casi estamos…
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viernes, 31 de agosto de 2012

Java Express

Y tras los días tumbados a la bartola en el palacio de Sanur, la situación era la siguiente. Sonsoles y Sonia llegaban a Bali el 19, por lo que las mandamos directamente a Ubud, a nuestro anterior palacete, para que pasasen un par de días en la zona. El 21 de agosto, Cachi, Esther y Javi cogen un bemo y se van a la estación de buses de Denpasar, donde unos minutos más tarde aparecieron Sonso y Sonia. Mucho tiempo sin vernos y de nuevo la alegría de encontrarse con amigos, algo a lo que nos hemos malacostumbrado y que nos hace un poquito más felices. Entre el caos de conductores de bus repartimos abrazos y compramos los billetes para cruzar a Java. En esta última etapa indonesia hay muchas cosas que hacer, muchos kilómetros que recorrer y poco tiempo. Nosotros volamos el 29 de vuelta a Kuala Lumpur y hay que darse un poco más de caña.
 

De volcán a volcán y te jodes en el bus porque te toca

Llegamos a Java y nos toca pelearnos con los transportistas, la cosa no cambia, hasta que encontramos uno medio honrado que nos lleve lo más cerca posible del primer objetivo, el Ijen. El bemo en cuestión comienza a subir entre bosque y arrozales hacia Kawah Ijen, punto de partida para la ascensión al cráter. El caso es que en bemo no se puede porque la carretera está hecha una porquería y terminamos exactamente en mitad de algún sitio de nombre no recordable. El único hotel que hay es muy caro y un jovenzuelo nos ofrece dormir y comer en su casa por un módico precio. Un home stay bueno y barato para que nuestros visitantes disfruten de la hospitalidad y, sobre todo, de la comida indonesia, así como de sus duras y pequeñas camas.

Flipando en el Ijen. Dormimos pocas horas y a las dos y media de la mañana nos levantamos, nos tomamos un café y nos subimos en un todo terreno, la única forma de hacer los últimos 17 kilómetros hasta comenzar el pateo. Estaba la posibilidad de subir en camión con la gente que trabaja recogiendo azufre, pero no salió porque era fiesta o porque ganan más pasta con el coche, elegid opción. Subir en moto a esas horas no es una opción. Y allá vamos. Llegamos al parking y comenzamos la fácil pero empinada subida. Una hora y media y comienza a verse la luz del sol. Cuando a penas han despuntado los primero rayos de sol por encima del mar de nubes llegamos al volcán. Este es uno de los momentos del viaje que resulta difícil de explicar con palabras y al que las fotos no terminan de hacer justicia. IMG_5891Tal vez el comentario de Sonso cuando alcanzamos el borde del cráter, con un mar de nubes entre montañas a un lado y un lago verde turquesa en el fondo, junto con una humareda blanca proveniente del yacimiento de azufre que hace especial a este volcán sea más descriptivo: ¡madre mía que me muero!,¡ que me maten aquí mismo!. Y es que la combinación del azul del cielo, con los tonos de marrón y negro de la montaña, el blanco de las nubes a nuestros pies y del humo que sale del cráter, el color del lago y, sobre todo, el amarillo y naranja del azufre, hacen del lugar algo espectacular, o mucho más. Nos comemos un poco de jamón en una zona apartada y sacada de la imaginación de Julio Verne mientras el sol sube lentamente. Queda bajar al cráter donde los currelas extraen el azufre que el Ijen expulsa a la superficie a diario.IMG_5770-001 Esta gente sube con cestos cargados de azufre hasta el borde del cráter y lo bajan al parking. Casi 90 kilos pueden meterse en un viaje, Javi intentó levantar un par de cestos y no pudo, como para cargarlo por las empinadas paredes del cráter. El olor a azufre y los ojos irritados pasan cuando el aire cambia de dirección, permitiendo que lleguemos hasta el yacimiento. Parece de otro mundo y, al menos, sabemosIMG_5868-001 que esto no se puede repetir en otro lugar. Tras flipar con el azufre y el lago y el cráter y todo lo que ya hemos dicho, volvemos a subir al borde para descender. Toca coger el coche, pillar la mochila y bajar de nuevo a Banyuwangi, donde un tren nos dejará en Probolingo para el siguiente asalto a la isla de Java. O eso pensamos.
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Disfrutando el local bus. Pues no hay tren, dicen que full aunque no nos creemos que se acaben los tickets en algún transporte económico en Indonesia, así debe de ir el tren. Toca discutir con bemo para ir a la estación de buses y discutir allí por los billetes. Más que cansados andamos ya, como echamos de menos Sulawesi y Maluku, donde esto no pasaba… El caso es que cogemos el bus local, ocho horitas hasta Probolingo. Nuestros amigos descubren la experiencia de viajar en un autobús cutre que se llena y se llena hasta reventar y tienen la “suerte” de poder disfrutar de la experiencia durante horas. Pero todo llega y el final del trayecto, que se retrasa, como no, también. Llegamos a la ciudad y como es tarde aprovechamos un barato y no del todo limpio hotel cerca de la estación para dormir en una cama de verdad y descansar del palizón de día. Al día siguiente cogeremos el bemo que nos lleva a Caemoro Lawan.

Jalan-jalan vamos a por otro volcán. La mayoría de la gente se recorre el bromo en todo terreno o a caballo. Nosotros somos como somos y nos mola patear (o jalan-jalan como dicen los indonesios). Cemoro Lawan está entre preciosas montañas y rodeado de campos cultivados, menos por un lado. Cemoro Lawan está petado de casas que alquilan a los turistas a precios inflados pero al final encuentras algo duro donde dormir con un mandi-mandi (ducha a la indonesia de la que no se si hemos hablado), con agua más fría que el culo de un pingüino. Cemoro Lawan sería el nombre que habría que poner a un pueblo si alguna vez se construye en la Luna. Porque ese lado del pueblo que no es montaña, ni casas ni cultivo, es el agujero más grande que jamás hemos visto y probablemente veremos. No intentaremos describirlo más. IMG_6027En medio se encuentra el cono del Gunung Batok, del Gunung Bromo y del Gunung Kursi, más allá está el Gunung Semeru a más de 3600 metros de altura y, en el extremo sur del agujero, el Gunung Penanjakara. Seguro que hay más cráteres y ya os decimos que en ese pedazo de terreno lunar caben muchos más. Se repite la historia de dormir hasta las dos y media, levantarse con un fresquito de lo más incómodo, llamémosle frio de narices para nuestro cuerpo acostumbrado al calor y a patear con los frontales. Subimos hasta un mirador del Penanjakara para disfrutar de la salida del sol sobre el paisaje del Bromo, el Batok y el Semeru. Creíamos que eran 7 kmts. pero resulta que son solo 3 y claro, como esto es de lo más turístico de Java, hay señoras vendiendo café y banana frita por todas partes.IMG_6155 Encontramos un buen sitio para esperar y ver como la luz avanza sobre el conjunto de volcanes. Tras esto, volvemos sobre nuestros pasos y descendemos al superagujero por una senda que no dispone de gente que nos cobre la entrada. Cruzamos el desierto, con matojos con escarcha y arena volcánica negra, hacia la base del Bromo. Cuando llegamos, cientos de todoterrenos y de caballos levantan polvaredas para ser respiradas por miles de indonesios y docenas de guiris. La subida al cráter del Bomo es una cuesta de arena, todo lleno de polvo por todas partes, con el encanto de los caballos, que provocan que la escena haya sido sacada de un spagetti wester. Tras la cuesta de arena, una escalera, y tras la escalera un túnel… no no, el túnel es llegando a Mordor, después de la escalera no hay nada, o bueno, solo un tremendo vacío casi vertical que desciende hasta un agujero, perfectamente circular, en cuyo fondo hay agua tirando humo constantemente. Si las imágenes que habíamos retenido las horas anteriores en la retina eran increíbles, lo del cráter del Bromo no tiene nombre. Cerramos la boca y nos quedamos en el delgado borde durante mucho tiempo, comiendo otro sandwich de lomo con queso (a ver quién supera esto) y perdidos en las gigantes dimensiones del lugar.IMG_6063 Nos toca bajar, en el caso de Cachi y Javi a lo salvaje dando saltos por la ladera, eligiendo alguno de los cañones de arenisca que se forman en la base del Bromo, cruzamos de nuevo el desierto hasta otra senda en la que no hay nadie que nos pregunte por nuestro inexistente ticket. Recogemos, mandi-mandi, comemos y bemo de vuelta a Probolingo. Si Cachito, Sonso y Sonia lo pasaron bien en el último autobús, en este bemo, que a los cinco minutos paró para cambiar una rueda pinchada (le pusieron una de fórmula 1, de esas lisitas), aquí lo gozaron como nunca. 26 personas en poco más de seis metros cuadrados de vehículo, muchas rodillas juntas y mucho intercambio de epidermis entre pasajeros. Vivan las experiencias locales…

Disfrutando del mini-bus. Y como Cachi ha quedado con su amiga Dewi quiere salir lo antes posible hacia Jogjakarta. Y los demás lo acompañamos. El resultado es un minibús que sale a las ocho y pico y llega a las seis de la mañana a Jogya. Palizón el que nos estamos dando. El que no sepa lo que es una noche en un asiento de bus o minibús que lo pruebe. No nos vamos a molestar en explicar esto tampoco. Lo que no acaba contigo te hace más fuerte, pero también te deja hecho mierda.
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Forzando la máquina en Jogya

Y nada de llegar y descansar, no señor. Ducha, dormimos tres horas como koalas en un eucalipto y en compañía de la compañera de master de Cachi, Dewi, y de su amigo Varian, nos vamos en coche al tercer objetivo de Java, el mítico templo de Borobudur.

IMG_6301Borobudur es bonito, tiene un royo entre budista e hindú muy chulo, está en un lugar precioso, rodeado de palmeras y montañitas. Pero la cantidad de gente que hay no permite disfrutarlo en su esplendor. El precio de la entrada para extranjeros es una bestialidad, veinte dólares por cabeza. Pero somos como somos, ya lo hemos dicho, y con los carnés del Open Water Diver nos hacemos pasar por estudiantes y obtenemos un descuento del 50%, vivan las pirulas para poder gastarnos el dinero en comida y no en entradas. Visitamos el templo, nos habíamos esperado otra cosa, pero es que hay demasiada gente y estos lugares solo sacan su verdadero esplendor con la tranquilidad que centenares de indonesios no pueden generar, imposible.
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Y el día no termina aquí, no señor. Bueno, el día si, pero es que tras la puesta de sol, que vemos desde el coche, nos vamos al parking de la zona del Gunung Merapi para intentar ver algo con lo que no contábamos. IMG_6333El Merapi petó por última vez en el 2010 y es posible llegar a ver lava. Los indonesios van en tropel a ver la puesta de sol, nosotros pasamos de eso y caminamos de noche hasta ver si podemos ver algo de lava. Es difícil porque no siempre la expulsa, de echo no sabemos si la expulsa, pero no podemos dejar pasar la oportunidad. La imagen de este volcán desde el coche es imponente, con la cumbre de un color gris casi blanco y formando un cono casi perfecto, roto por una fisura echa por el río de lava que hace un par de años destrozó las inmediaciones. El paseo termina en una zona despejada desde donde se ve la cumbre. No hay nubes pero tampoco lava. Nos quedamos en silencio escuchando lo que parece ser el ruido de las entrañas del volcán, uno de los 16 más activos del mundo. Volvemos, cenamos, ducha y a dormir lo que podamos. Toca descansar porque llevamos un palizón de espanto y hemos cumplido con las expectativas. Toca seguir caminos distintos.
 

Cada uno a su agujero

Dewi y Varian vuelven a Jakarta. Sonso y Sonia no caben en su gozo tras los días que llevan (en una semana han disfrutado de la cultura balinesa en Ubud, de los volcanes Ijen y Bromo, de Borobudur y del pueblo indonesio del que ya os hemos contado tantas cosas buenas). Pero les falta algo. No quieren irse del hemisferio sur sin ver una playa de esas guapas y sin probar un buen snorkel. Al final parece viable ir a una isla al norte de Java central y, hasta donde sabemos en el momento de escribir estas palabras, allí estarán un par de días antes de empezar a volar de vuelta a casa (esperamos comentarios en esta entrada para ver que tal os ha ido…). IMG_6443Cachi, Esther y Javi cogen un más que caro y más que cutre, mierda, de tren nocturno a Bandung, donde Cachi estará unos días en solitario y desde donde nosotros cogemos un minibús directo al aeropuerto de Jakarta. Nos despedimos de Cachi con más pena que de nadie porque él se va a Lincon y no lo veremos en breve. Hemos disfrutado de la alegría de Sonsoles y de Sonia y del intento de tirar el anillo de poder al fondo del Bromo. Como al final se nos olvidó habrá que buscar otro volcán con lava y terminar la faena. Mientras tanto seguiremos con ganas de ver lava y el señor oscuro seguirá en su lugar, en la Moncloa.
 

Selamat datang

Poco podemos hacer ya por Java, pues nos quedan un par de días y doce horas hasta Jakarta, donde tenemos que coger el avión que nos sacará definitivamente de nuestra particular odisea en las islas del sudeste asiático. Así que cogemos un tren nocturno para ir a Bandung, donde Cachi se quedará haciendo el friki por los volcanes y nosotros cogeremos un minibús que nos llevará directamente al aeropuerto. El tren en cuestión era caro, más de veinte euros cada uno (aquí en Indonesia es bastante pasta) y, además de caro, resultó ser una mierda. Asientos que no se reclinan, mucho calor, mucho indonesio vendiendo nasi (arroz) y anunciando su manjar a todas horas (nunca se sabe cuando vas a querer un poco de arroz con un huevo, así que viene bien que te lo ofrezcan a las tres de la madrugada, y a las cuatro y a las cinco…). Hechos una pena llegamos a Bandung para tomar un café, ducharnos en la habitación de Cachi y comprar los billetes del minibús. Nos despedimos de Cachito, hasta vete tu a saber cuando, tras haber rulado un mes por el hemisferio sur, tras volver a enfrentarnos a la Pelni, a los taxistas de Bali, a los volcanes indonesios y toneladas de arroz. Esperemos que no pase mucho tiempo antes de volver a hablar sobre como arreglar el mundo, o sobre como destruirlo.

IMG_6346Un mes y medio desde que nos encontramos con Paco y Ester. Sonso, Sonia y Cachi siguen su camino. Nosotros el nuestro, de nuevo haciéndonos compañía, nunca solos. Tres meses en Indonesia con el paréntesis de Malaysia y todas sus cosas. Desde luego que las pocas de las 17.000 islas indonesias que hemos conocido nos han dejado huella. Han cumplido las expectativas que teníamos y las han superado. Como siempre nos quedan cosas pendientes, Papua, Sumatra, las mantas-raya el este de flores hasta Timor, etc. Tras tantas semanas viajando nos hemos dado cuenta de que en un mes puedes conocer un país, pero con dos meses realmente te enteras de mucho más y puedes conectar con su gente. Aquí hemos estado tres y los indonesios nos lo han puesto fácil. Echaremos de menos hablar con ellos en bahasa, sus sonrisas y la atención que nos prestan. No echaremos de menos el ruido y su cocina. Nos vamos de indonesia tras una noche en el aeropuerto, mucho más confortable de lo que podíamos imaginar y dejamos un pedazo de alma en esta tierra de naturaleza salvaje y gente adorable a la que a veces quieres matar. Se hace difícil explicar la sensación de dejar este país tras tantas cosas vividas. Nos consuela la posibilidad de volver y, como siempre lo que queda por delante. Contamos en días lo que falta para la última etapa del viaje, y los contaremos despacio y casi sin darnos cuenta en la tierra Khemer, en el epicentro del imperio Ankor. Contamos lo que falta para el último viaje, el de vuelta a casa, desde Camboya.
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lunes, 20 de agosto de 2012

Vacaciones de verano

 
1 de agosto de 2012. Nunca hemos tenido vacaciones en estas fechas. Nunca lo hemos querido. Vuelos caros, sitios llenos, etc. Pero lo dicho, vamos al epicentro del turismo playero-dominguero mundial, Bali. Llegamos al aeropuerto de Dempasar con la comodidad de saber que Paco y Ester, que volaban el día anterior, nos han vuelto a reservar habitación, igual que cuando llegamos a Kuala Lumpur. Le pillamos el gusto a esto, estaría muy bien poder mandar a alguien un día antes para que te buscase hotel y se ubicase en la ciudad. Empiezan nuestras vacaciones de verano, ¡chupi!

IMG_5036Pero la costumbre es la costumbre y nos negamos a pagar un taxi a Kuta, donde nos esperan. Casi se puede llegar andando y los taxistas se dedican a dar sablazos a los turistas recién llegados. Tras caminar bajo el sol, preguntar mil veces y negociar precios con los taxistas que no paran de pitarnos y preguntar “where do you go?”, encontramos un bemo que, como suele pasar en indonesia, nos lleva por menos de un euro a los dos.

Kuta tiene tres partes. Desde lo alto de un edificio, preciosos templos, bonitos techos de teja, a diferencia de la omnipresente chapa metálica de toda Asia, y un bonito cielo azul. Bajo esa línea, calles llenas de taxistas pesados, agencias con precios insultantes, guiris con motos haciendo el macarra, más y más guiris con tablas de surf y todo ese conjunto, medio monstruoso, medio claustrofóbico que hace que te preguntes porqué todo el mundo quiere venir aquí. Será por la playa. Vamos a la tercera parte, la playa. Error. Grande, con arena rubia grisácea normalucha, llena de guiris, cuatro palmeritas y arbolitos, gente haciendo masajes, etc… de verdad que no entendemos porque Kuta está tan lleno. Para colmo, por la noche las discotecas y su personal invitan a entrar y beber, más guiris borrachos y las típicas escenas lamentables de los que se han pasado con las copas. Menos mal que al día siguiente llega Cachi y nos vamos directamente al norte de la isla, a Tulamben, donde Mery y Jonathan, recién ascendidos a la categoría de Dive Master, nos esperan (quien no se acuerde que busque en las entradas de Filipinas cuando estuvimos en Siquijor).

IMG_5017Negociamos transporte, es caro pero hemos tenido suerte. No llevamos ni dos días y las diferencias entre Bali y la otra parte de Indonesia que conocemos se notan. Aquí la arquitectura es bonita, hay templos (son hinduistas), esculturas, etc. En general tiene un ambiente bonito (salvo por lo dicho de turistas, agencias, discotecas… pero para gustos…). Pero el guiri paga más, ya no hay “hello mister”, solo “¿taxi?” y precios desorbitados para absolutamente todo, con lo que toca volver a pelear por todo. Lo de los taxistas en toda la isla es agobiante, cada tres pasos hay uno dando la brasa. Nos acordamos de una peli italiana de Jaimito, donde el chaval iba con su abuelo en un taxi atravesando una zona con muchas prostitutas e inocentemente le pregunta: “Abuelo, ¿las prostitutas tienen hijos?”, a lo que el abuelo contesta: “¡claro! ¿de donde crees que salen los taxistas?.

Pero a lo nuestro. Tras mucho tiempo nos encontramos con Cachi, en el aeropuerto de Bali. Estas cosas son fascinantes. Directamente nos enfilamos hacia Tulamben parando en un supermercado para comprar un par de chuches. En dos días hay algo que celebrar.
 

Dive, dive, dive… y mucho más

Poco más que eso hay que hacer en Tulamben. Salvo que vayas a estar ahí el 3 de agosto en compañía de Esther. Llegamos y nos reencontramos con Jonathan y Mery, los primeros amigos del viaje con los que nos reencontramos, tras habernos reunido con Cachi y cuando nos habíamos habituado a la compaía de Ester y Paco. Este viaje ha tenido cosas muy grandes, pero volver a estar en compañía de amigos tras tanto tiempo los dos solos es otro viaje en si. Entre risas y charlas sobre nuestras vidas en los meses pasados organizamos los dives del día siguiente. Y el día fue grande.

P8031390El 3 de agosto Esther cumple 31 años y los astros se han alineado para poder celebrarlo con muchos amigos, dentro y fuera del agua. Nos cascamos tres inmersiones, la primera de ellas en el Liberty, un pecio de 130 metros, del que se podría decir que está destrozado si no fuera porque está petado de coral de proa a popa. Junto a una gorgonia Mery saca una pizarra de FELIZ CUMPLE ESTHER y tenemos la suerte de que una compañera de nuestros amigos Dive Masters del Universo nos va haciendo fotos en todas las inmersiones. Bucear, comer, bucear y comer más y mejor. El regalo de cumpleaños estrella lo trae Cachito. Lomo, jamón y queso del bueno. Cervecitas y más risas. A Esther también le caen unos cuantos regalos más y el día pasa a los anales de la historia. A pesar de estar tan lejos de casa y de ser algo tan distinto, la celebración ha sido espectacular, sobretodo cuando tuvo queapagar la vela a 15 metros de profundidad.


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Y el día siguiente un par de inmersiones más, repitiendo el buceo en el barco, que no es para menos. Que gusto da poder hincharse a bucear. Y es que los buceos en esta zona tienen un precio genial y lo aprovechamos. Además Javi, por pesado, se saca un dive gratis al día siguiente, pudiendo acompañar a Jonathan y Mery en la última inmersión de su viaje, que toca a su fin. Paco ha podido disfrutar de la buena visibilidad en la zona, lo que se nos negó en Perhentian. Cachi descubre el buceo en aguas tropicales y toda la vida que se encuentra bajo el mar. Por si fuera poco, Ester (la de Paco) se anima a hacer un Discover Scuba Dive y lo hace a lo grande. Nada más entrar en el agua para practicar el primer ejercicio (el de llenarse la máscara de agua y vaciarla), su instructor y Paco flipan cuando, en lugar de hacer el ejercicio, dice que no y señala. Empiezan a pensar que no es lo suyo hasta que comprenden, se giran, y ven un tiburón. La leche.
 


Palacios y templos

IMG_0819¿Hemos dicho algo feo de los transportistas en general y de los de Bali en particular? Pues seguro que nos hemos quedado cortos. Para salir de Tulambén hacia el siguiente destino nos cobran una bestialidad. Para matarlos. Nos toca pelearnos para visitar un templo que habíamos negociado y solo tenemos ganas de descuartizar al taxista. En fin, que nos vamos a Ubud, en un microbús, los siete, como en una excursión del cole. Los templos que visitamos son una pasada. Tras los dos meses anteriores solo habíamos disfrutado de esas cosas en Toraja y aquí la cultura balinesa nos gusta mucho. Llegados a Ubud comprobamos que los templos están por todas partes, igual que bonitas terrazas de arroz y nos acostumbramos a pasar de agencias turísticas y de los, otra vez, puñeteros taxistas. Los palacios de Ubud no son para reyes. Gracias a Mery y Johathan nos alojamos, por el mismo precio que venimos pagando por sitios de mierda, en una pedazo de habitación, con una cama increíble, agua caliente, en un patio balines con sus pequeños templitos y un techado de madera tallada, con una cama, una mesita y mil virguerías más. Lo remata la familia más que simpática que lo lleva, el té y café durante todo el día y un desayuno que llevábamos tiempo sin ver. Casi ni nos lo creemos.

Aquí descansamos, solo algunos, porque Paco no se quiere ir a casa sin subir un volcán y Cachi está ávido de montaña. Los dos le echan valor y, primero se pelean por toda la ciudad con las agencias, lo que a nuestro juicio es más duro que llegar al campo base del K2. Después se van a las doce de la noche porque han deIMG_5086cidido subir al Agung, de más de 3000 metros, y se tienen que pasar toda la noche pateando. Lo consiguen, vuelven hechos mierda pero contentos. Javi, Esther y Ester solo se pasean por las terrazas de arroz y se relajan. Por la noche nos vamos a ver el Kecak, una danza extraña que descubrimos en la peli-documental de Baraka y que teníamos ganas de ver. Pues eso, que de vez en cuando también apetece hacer el turista y dejar el rollo viajero duro por un rato. Ubud se presta y es un buen sitio, con comida occidental a precios razonables y este tipo de cosas para guiris.
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El último viaje al este

Y llegó el día, casi sin darnos cuenta, en el que Ester y Paco nos dejaban, para pasar los últimos días de su viaje en Kuala Lumpur. El día anterior fueron Jonathan y Mery. No olvidaremos los días pasados con ellos, igual que no olvidaremos el queso que Paco nos dio cuando llegamos a Kuala Lumpur ni el queso fresco y los yogures que Mery y Jonathan nos regalaron en Filipinas. Todo el día pensando en comida, es lo que toca en la maravillosa Indonesia. Divagaciones culinarias a parte, nos separamos de nuestros amigos. Cachi y nosotros dos ponemos rumbo a Lombok, hacia el este, por última vez. Cuando lleguemos a Flores solo quedará ir hacia el oeste, no para encontrarnos con Clint Eastwood, si no porque ya toca y no hay más tiempo para seguir viajando hacia donde sale el sol.

Cachi comienza a disfrutar de la experiencia de viajar en barco por Indonesia. Esas cosas como que el ferry llega al puerto, tras cuatro horas, y se queda una hora más flotando plácidamente a pocos metros del puerto, esperando a que le dejen hueco para “aparcar”. Disfrutando de cosas como que un grupo de delfines comience a danzar y saltar junto al ferry (algo que hasta el momento no habíamos disfrutado en el viaje). Llegamos a Lombok y continúa la pesadilla de transportistas y de agencias que te quieren vender la moto, el coche, el barco y una nave espacial si pueden, todo ello a precio guiri, of course…

No teníamos pensado pasar mucho tiempo en Lombok, tan solo el necesario para organizar una excursión en barco hasta flores, con paradas para hecer snorkel y, por supuesto, en el Parque Nacional de Komodo. Negociamos un bemo y nos vamos a Mataram, la capital de la isla. Ciudad Indonesia sin más, con un bonito hotel y sin peña que nos atosigue por la calle. Poco que hacer pero ya es de noche para seguir. No encontramos más información sobre el cutre crucero que queremos hacer y nos marchamos a Sengigi, zona playera para extranjeros donde seguro podremos contratar el barquito. Y así lo hicimos, parando un par de días para ir a la playa y, en compañía de dos valencianas que habían alquilado un coche, hacernos una excursión a las playas del sur. Nada de otro mundo pero Javi disfruta de la sensación de conducir un coche por Indonesia, por la izquierda, al más puro estilo del país. Mola.
 

Crucero a la indonesia

Un crucero, para nuestros bolsillos, en Indonesia, no exactamente lo que se puede esperar de lo que imaginas cuando te dicen crucero. Un crucero en Indonesia es un barco de madera, donde meten a 24 guiris durmiendo en colchoncitos en el suelo, se come mucho arroz, solo hay un wáter y se mueve lo que no está escrito con la más mínima ola. Pero se pasa muy bien.

IMG_0921La cosa no empezó bien. Entre el grupo se encontraban un padre y sus dos hijos, de Barcelona, que habían comprado dos billetes para camarote. El barco no tiene camarote y cuando Albert reclama lo que toca, el encargado se pone chulo y por un momento parecía que íbamos a terminar en batalla campal, entre marineros indonesios y turistas españoles… todo se calma, el idiota del encargado pide perdón, les devuelven la diferencia y partimos. En general se estaba bien, poco espacio y demasiado guiri con ganas de beber y fiesta, lo que incomoda para la tranquilidad y en algún momento para dormir. Algún momento en el que quisimos echar por la borda a algún borrachuzo haciendo cosas de borrachuzo y una noche dando saltos en este cascarón con las consecuentes escenas de mareos y demás. Pero la gente era bastante respetuosa y majeta (a excepción de una “Barbie” canadiense que habría que haber entregado como ofrenda a los dragones de Komodo o haber abandonado en algún arrecife de coral, para alimentar a los pescaditos de colores y ayudar así a la flora y fauna del lugar). 

Las paradas en una cascada, en una isla para subir a una montañita, en diversos arrecifes para hacer snorkel y esas cosas estuvieron bastante bien. IMG_0906La comida sin ser una maravilla estaba buena (con el omnipresente arroz) y la cantidad suficiente (salvo cuando hubo pollo, pues llevaban dos que sirvieron para dos comidas, haced el cálculo de a cuanto tocamos si nos comemos un poyo entre 23). No vimos mantas-raya pero disfrutamos de los dragones, sobre todo en Rinca, donde nos fuimos los españolitos a hacer el trekking corto y el resto del barco a uno más largo, pudiendo ver a hembras cavar para sus nidos y a un dragón juvenil posando para nosotros. El resto de bichos los ves en el restaurante porque, según dicen los guías del parque, van al olor de la comida aunque nadie los alimenta, cosa de la que nos cabe una razonable duda. El caso es que las islas, tanto Rinca como Komodo, están petadas de monos, ciervos, jabalíes y demás presas para el bicho más antiguo sobre la faz de la tierra. Hablando de los lagartitos, son una pasada. Como se mueven, la piel, las garras y el resoplido que de vez en cuando dan. Acojona su tamaño y el hecho de saber que si te muerden casi seguro que te mueres, por las bacterias y el veneno, en breve. Para tu tranquilidad a la entrada de Rinca hay una lista de los ataques, 18 en los últimos diez años, con tan solo tres muertes en el acto… que bien…

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Terminamos el crucero y llegamos a Labuan Bajo, en Flores. Queríamos bucear, nos habría gustado conocer el interior de la isla, llegar al este para subir al volcán Kelimutu y demás. Pero no hay tiempo, tenemos que volver a Bali a recoger a Sonsoles y quedan pocos días. Salir de Flores a Bali es complicado, hay que atravesar Sumbawa y Lombok y el transporte es lento y cutre. La opción de un “transfer” organizado es cara, pues aquí también cobran barbaridades por todo a los turistas y más teniendo en cuenta que en dos días es el día de la independencia Indonesia y en cuatro el fin del Rambadán. Pero la suerte (ya juzgais si buena o mala), quiso poner un barco de la Pelni dos días después de nuestra llegada con destino al puerto de Dempasar, en Bali. Ahora hablamos de ello. Aquí en Labuan Bajo poco que hacer, no hay tiempo para bucear, que pena, porque nos habían hablado muy bien del buceo aquí (aunque también teníamos en cuenta que las inmersiones son difíciles por las corrientes). No hay tiempo así que nos aprovisionamos y nos preparamos para las treinta horas de barco que nos esperan. Ya habíamos viajado en la Ekonomi de la Pelni, pero con el bonus de la madre de Melinda (en nuestros comienzos por Indonesia) y habíamos jurado que nunca más. Pero en estas latitudes, nunca se puede decir jamás, porque como es el caso, la mejor opción que teníamos era esta, y nos consideramos afortunados por romper nuestra promesa. O al menos eso pensábamos.
 

Si hubiese transporte público en Mordor, lo llevaría la Pelni

Habíamos dicho que teníamos suerte pues el billete en el barco de la Pelni es relativamente barato y nos ahorraba unas treintaicinco horas de ferries y buses cutres. Pero cuando llega el barco, con ocho horas de retraso tras habernos levantado a las tres de la madrugada, empieza el espectáculo. Al principio ves como la gente se acumula en el embarcadero, pero cuando vas a pasar un policía te dice que no puedes, que la puerta se abre a las diez. Que le digas que hay dos mil personas dentro no importa. Pero la gente se cuela y el poli para a quién le da la gana. Montamos una estrategia. Javi con tan solo la mochila pequeña para ir ligero ha de colarse y encontrar hueco para pasar las treinta horas de viaje. IMG_5622Después, con más calma, Esther y Cachi irán a buscarlo con los bultos. Javi se cuela cuando el poli abre la puerta y deja pasar a unos cuantos (el sabrá porque). Pasemos a primera persona. Me coloco en un lugar estratégico donde parece que van a bajar una de las dos pasarelas. El barco llega petado, hay gente hasta en los botes salvavidas. Tras cuarenta y cinco minutos al sol, entre docenas de indonesios ansiosos por subir, disminuye el fluyo de gente que sale cargada con mil bultos. Por la otra pasarela ha empezado a subir gente y el ambiente está tenso. La gente empieza a empujar y cuatro policías nos paran, hasta que no pueden y salto a la pasarela, me cuelo entre un sobaco, una caja de cartón y la barandilla. Como animalicos conseguimos subir a la cubierta y empieza la búsqueda de una superficie en las salas de la Ekonomi Class. Todo lleno hasta que al final, cerca de la proa, encuentro hueco para tres o cuatro personas (habíamos conocido a Ricardo, de Palencia, que iba a compartir nuestro trayecto en el barco). Entre un par de familias me ayudan a guardar el sitio y además no hay nadie fumando, el calor no es infernal y no huele mal pues no hay aseos cerca. Ha merecido la pena.

IMG_5633Pero lo que no tenía precio era la cara de Cachi cuando llegó. Flipaba y no era para menos. El barco se había llenado de forma que, sin exagerar nada, no había medio metro cuadrado de superficie sin ocupar, salvo un leve pasillo para moverse. Miles de personas subidas a cualquier lado, toneladas de basura, aseos inmundos y treinta horas por delante. Que guay es viajar. Pero por suerte por la noche se baja mucha gente y podemos salir a cubierta a cenar y tomar el aire. Además, un simpático hombre nos cede tres colchonetas para dormir y la cosa mejora. El caso es que viajar en un barco de la Pelni es una experiencia en si, como los trenes indios. Hay que vivirlo por un rato. Pero no mucho, por supuesto. Algunas frases de Cachi son ilustrativas. Destaquemos, tras su visita al baño “si pudiese clavarme un lápiz en las fosas nasales y perder el sentido del olfato, no me lo pensaba”. Pero las horas pasaron, charlando con Ricardo, paseando y viendo las escenas del barco, preparando comida y comiendo, hasta que con diez horas de retraso llegamos de nuevo a Bali. Nos gustaría contar mucho más de este trayecto, pero se haría muy largo, ya os contaremos en persona, salvo que tengáis el valor de experimentarlo por vosotros mismos. Nosotros la próxima vez que volvamos será para hacer un documental titulado “trasportes de mierda por el mundo”.
 

Vacaciones estilo balinés

Llegamos tarde, intentan clavarnos por el transporte, pero encontramos una furgonetilla que nos lleva a Sanur, junto a una pareja de franceses que venían en el barco desde Sulawesi, con tres días y dos noches. Ole sus cojones. Empezamos a buscar alojamiento y es caro. Pero a veces, solo a veces, te toca el gordo. Esther buscando habitación llegó a una casa donde tenían habitaciones. Nada más verlas se da cuenta de que no son para nosotros. Efectivamente le dicen que cobran 150 dólares por noche. Pero no hay nadie y le ofrecen por la doble 250.000 Rps., unos 23 euros. Pasamos la noche con Cachi compartiendo una habitación y aprovechamos la oportunidad al día siguiente.

IMG_1105Y tres días pasamos en una habitación de coña. Con piscina particular, una cama con techadito junto a la piscina, tele, equipo de música, DVD, cocina, jardín, flores encima de la cama, un aseo de la hostia, con una bañera enorme, nevera, aire acondicionado, tumbonas… en fin, increíble. Tres días para relajarnos antes de recoger a Sonso y enfilar el final de Indonesia. Tres días comiendo comida occidental y tomando cervezas, tumbados en la piscina y leyendo en la cama exterior, viendo películas tumbados en la cama y sin más. La playa la vimos y confirmamos que las playas de Bali son una castaña, alguna habrá decente, pero El Altet le da mil vueltas a esta. Una parada técnica para no hacer nada salvo escribir en el blog y descansar en un hotel que normalmente solo es para los pastudos. Unas vacaciones al más puro estilo occidental y de la forma más ociosa posible. Genial.

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lunes, 6 de agosto de 2012

¡Civilización!

 
IMG_4532Tras dos meses en esta parte de Indonesia, cuando llegas al aeropuerto de Kuala Lumpur y te subes en un bus que recorre autovías de tres carriles, mientras divisas edificios altos e iluminados, cuando llegas al hotel y te das una ducha con agua caliente y la gente entiende algo de inglés, lo único que te viene a la cabeza es: “¡que bien! ¡civilización!. Y no es que en Indonesia sean poco civilizados, ni mucho menos, pero desde luego que echábamos algunas cosas de menos. En otro nivel, Kuala Lumpur esperaba con otras dos cosas que también echábamos mucho de menos: amigos y queso. Paco y Ester nos esperaban en Chinatown junto con la bolsa del Mercadona y unos paquetitos de jamón y queso, algo que desde Tailandia y la visita de Águeda y Amanda no habíamos disfrutado. Llegamos tarde y la tertulia nos hace acostarnos a horas a las que ya no estamos acostumbrados.

En Kuala Lumpur poca cosa, organizarnos las próximas semanas, un paseo por las Torres Petronas y volver a disfrutar de la comida malaya (o del conjunto de platos indios, chinos, tailandeses y demás que la componen). Todo eso en un día. Cogemos las mochilas, nos metemos algo de comida india al estómago tras desayunar con jamón y queso y nos subimos a un cómodo autobús hacia el parque nacional más famoso del país, Taman Negara.

 
El bosque más antiguo del planeta

IMG_4579Y ni más ni menos, eso es Taman Negara. Posiblemente la selva tropical más antigua, con árboles enormes, insectos y muchos bichos que no se ven pues, como gran atracción turística que es, se esconden de los muchos turistas que recorremos sus bien señalizadas sendas. Nos ubicamos en un pequeño bungalow en un bonito jardín, nos ponemos las zapatillas y un poco de repelente y nos internamos en la jungla. Tras unas horas llegamos al famoso Canopy Walk. ¿Qué no lo conocéis? ¡Pero si es super famoso! A lo mejor no tanto como David Bisbal pero es la principal atracción del parque. Unos cientos de metros de pasarelas colgadas de los árboles a una alturaIMG_4567 más que considerable. Como Indi y Tapón huyendo del señor calvo que arranca corazones, cruzamos de árbol en árbol disfrutando de la panorámica de la selva y de estos arbolacos centenarios. Pateamos y sudamos como cochinillos con la humedad inhumana de Malaysia hasta que llega la hora de la duchita y de la cena en compañía, algo a lo que nos ha costado muy poco acostumbrarnos.

Otro día más de trekking en el que el bicho dominante comienza a ser la sanguijuela, ese pequeño gusano ávido de sangre que, para Ester (sin h es nuestra amiga visitante para diferenciar), supone una más que buena razón para dar media vuelta. Esther y Javi continúan un poco más entre la vegetación por la bonita senda, parando de vez en cuando a quitarse a alguno de esos bichos. Lo mejor fue que a la vuelta, Javi quiere bañarse en el río y, al quitarse la zapatilla, descubre un manchurrón de sangre y a una de estas criaturillas gorda como una longaniza que se ha puesto las botas con su sangre. En las pelis de Chuk Norris parecen peor de lo que son.
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Perhentian Islands

Otra atracción de primer orden en Malaysia peninsular son estas dos islas, rodeadas de coral y bonitas playas. Con un alojamiento bastante marrullero pero con una oferta gastronómica grandiosa, nos ubicamos en la Pulao Perhentian Kecil, en Coral Bay, junto con Marina y Gabriel, dos ibicencos que están finalizando un viaje de un año. Y vuelven, para Esther y Javi, los chapuzones en busca de corales y peces de colores, para Paco y Ester, las aguas de estas islas empiezan a descubrir el encanto de las playas tropicales, bordeadas de jungla y salpicadas de corales y todas esas cosas.IMG_0684 Hacemos snorkel y preparamos buceo. Nuestros amigos ibicencos, Paco y los dos servidores nos vamos a la primera inmersión, muy bonita, pero con una visibilidad bastante mala, por lo que dejamos el resto de inmersiones para otro día. Por la noche una tormenta tropical, de esas con fuertes vientos y grandes cantidades de agua y truenos y relámpagos y tal y tal, provoca lo que vamos a llamar la “pequeña y cabrona maldición del visitante”. Atentos estén los próximos que vienen a vernos. Si en el norte de Tailandia, Amanda y Águeda descubrieron el suelo tailandés tras sus dos croquetas en moto, Paco y Ester vieron pasar su vida por delante cuando un arbolaco se les caía encima al comienzo de la tormenta. La única desgracia es que Paco perdió una chancla, que después recuperó, en la huida ante la amenaza. Cuando lleguemos a Bali pondremos una vela en un templo hindú para proteger de tamañas desgracias a nuestras próximas visitas, de todos modos no estaría mal que se trajesen una pata de conejo o algo así.

IMG_0731Incidentes y anécdotas a parte, volvemos a meternos en el agua para bucear en el Sugar, un barco carguero hundido de 90 metros de largo. La visibilidad, lejos de mejorar, está mucho peor. Poco más o menos, un metro de visión, así que no disfrutamos mucho de la panorámica del barco, pero deviene en una inmersión más difícil, por la poca visibilidad, y con una carga de encanto bastante chula. Moverse entre los hierros y las distintas partes del barco con tan poca visibilidad te recuerda a las pelis de terror y a los documentales de La 2. Terminamos orgullosos de lo bien que lo hemos hecho en un dive tan complicado, un poco apenados por no haber visto bien el barco, pero muy contentos por el rollo misterioso que ha tenido la inmersión. Como bucear aquí es muy barato, decidimos ir a ver una zona, al otro lado de la isla, más sencilla pero con mejor visibilidad. Nos pasamos más de una hora a 10-12 metros buscando bichos y Paco se bautiza con los tiburones al divisar un tiburón de arrecife de punta de aleta negra (estupendo pues en el snorkel ya había visto un par de tortugas pero los tiburones que vimos se le habían escapado).

Y poco más que hacer, Nos despedimos de Gabri y Marina, que comienzan las escalas de vuelta a su isla. Nos zampamos un plato de macarrones o una barbacoa de sepia, según apetencias, empaquetamos y nos vamos a la península para buscar otra isla, en esta nuestra monotonía de recorrer islas paradisiacas.
 

Las cosas de Kapas

Dudamos entre ir a Tiomán, donde sabemos hay buen buceo, pero que está muy lejos, o a la más cercana y menos conocida Kapas. Para ahorrarnos horas de bus y barco, optamos por Kapas. Tras comer en un mercadillo local, llegamos rápidamente a esta isla, a pocos kilómetros de la costa. De Kapas podemos decir que es tranquila, solo unos pocos alojamientos, que es bonita, con su jungla y playas de arena fina.IMG_4678 Pero también extraña. Muchos alojamientos están cerrados por el Ramadán, hay tan solo tres restaurantes y muchas playas vacías. El royo en esta isla es que los guiris, llegan a un par de estos alojamientos, caros en general para lo que ofrecen (por no hablar de la comida) y en los que parece que vienen a pasar unos días, o unas semanas, sintiéndose hippies. El resultado es un aspecto sectario que no nos termina de convencer. Menos mal que uno de los restaurantes, llevado por un malayo bien majete, satisface a nuestro estómago por un precio no abusivo (que no barato).




IMG_0787Lo mejor de Kapas es que tiene unas playas preciosas, no hay mucho coral, lo que las hace muy buenas para poder bañarse con una buena profundidad. Y una vez que te metes bajo el agua, la ausencia de coral deviene en pocos peces. Pero que pocos peces. Vimos alguna tortuguita, varias rayas y muchas sepias de cambiantes colores. Pero sobre todo, lo que más vimos y de más cerca fueron los tiburones, los Black Tip Reef Sharks de Kapas tienen un buen tamaño, de más de un metro algunos (lo que es bastante para esta especie), y no le tienen demasiado miedo a los bañistas, por lo que gozamos de verlos nadando muy cerca nuestra. Una pasada, por cantidad de estos bichos y por lo bien que los vimos.


Y de nuevo toca partir. Paco y Ester se lamentan de lo rápidas que están pasando sus dos semanas en Malaysia y, en un abrir y cerrar de ojos, nos vemos en un bus nocturno de vuelta a Kuala Lumpur. IMG_4686
 

Vuelta a la ciudad

Llegamos temprano, el 30 de julio. Nada más bajar del autobús, a las 5 de la madrugada, le cantamos el cumpleaños feliz a Ester y nos vamos a disfrutar de un café con los pastelitos que ella y Paco compraron la tarde anterior. IMG_4774Encontramos una barata y confortable guest house y tras una ducha, nos vamos a uno de los parques de la ciudad, a ver mariposas y orquídeas. Al final Esther y Javi deciden no entrar a ver las mariposas por considerar abusivo el precio de la entrada. Y es que van muchos meses en Asia y hay cosas que no nos molan. Cabe decir que en Malaysia, los precios de entrada a parques como Taman Negara o el de las Perhentian son casi ridículos, y nos choca la diferencia de filosofía de la ciudad. Paco y Ester disfrutan de los colores de las mariposas y tras una visita al jardín de orquídeas nos vamos a comer un plato de macarrones a la carbonara, deseo de la cumpleañera al que no nos oponemos. Paco nos invita a la comida y de vuelta a “casa” compramos una tarta de chocolate para celebrar como es debido el cumpleaños de Ester. Cantamos la canción, hacemos las fotos y nos zampamos la tarta como es debido. Solo queda salir por la tarde-noche a toma una cerveza, algo que Javi y Esther no hacían desde Filipinas (imaginad el efecto que produce una caña tras más de tres meses de abstinencia cervecera). Una buena cena en Little India cierra la jornada de cumpleaños y nos vamos a dormir que estamos hechos polvo.

Al día siguiente nuestros visitantes se nos adelantan en la nueva etapa, volando a Bali. Esther y Javi se van a rememorar los tiempos indios a las Batu Caves, en las afueras de Kuala Lumpur, donde los devotos hindús de la zona han construido una serie de templos en las cuevas. El lugar es espectacular. IMG_4811Muchas cosas nos recuerdan a India, pero con la diferencia de que aquí no hay un millón de indios por metro cuadrado, todo está limpio y nadie se quiere hacer fotos con nosotros. Otro feedback indio vuelve por la tarde cuando, descansando en la guest house oímos campanas y trompetas. Pensamos que será del templo hindú que hay cerca y no nos equivocamos. Volvemos a disfrutar, de la forma más inesperada, de un Aarti o Puja hindú. Volvemos a rememorar las fuertes emociones que el subcontinente despertaba en nosotros. Queda tremendamente lejos para nosotros pero como ya os podéis imaginar, viajar a India es mucha tela y siempre deja huella.

Sobre Malaysia y Kuala Lumpur no hemos dicho mucho. La verdad es que, bien por el aspecto mucho más moderno o europizado, bien por no haberle dedicado tanto tiempo como a otros países, Malaysia se nos queda un poco insulso. Hemos visto cosas espectaculares. No cabe duda de que es un destino increíble y muy accesible, tanto la península como Borneo, pero algo nos falta. Tal vez sea la gente, que a pesar de ser muy simpática y atenta, no tiene el encanto de los filipinos o los indonesios. Tampoco encontramos una cultura característica malaya, como pasa con los Tais. Malaysia es un mezclote de gentes. IMG_4778En Sarawak muchos chinos, en Sabah, chinos, filipinos, indonesios e indios. En la península y, sobre todo en la capital, el mezclote cultural es muy bestia. Igual que en los menús de los restaurantes, en las calles de Kuala Lumpur se mezclan indios (hindús y musulmanes), chinos de las distintas oleadas que han ido llegando a Malaysia, monjes budistas, musulmanes de lo más moderno a lo más tradicional, occidentales, etc. Es imposible saber de donde viene nadie, es casi imposible saber si una persona determinada es malaya, inmigrante, turista o lo que sea. Es una mezcla de todas las gentes, religiones y culturas asiáticas, llegadas de todos los rincones del continente para prosperar en la única ciudad o el único país que ofrece tantas (o más) oportunidades que la vecina Tailandia y su capital. Nos vamos con ganas de haberle dedicado más tiempo, como muchas otras veces, sobre todo a Kuala Lumpur, donde estamos seguros que se pueden descubrir muchas cosas que con pocos días no podemos encontrar. Pero toca volver a Indonesia, donde nos esperan Paco y Ester, otra vez, y donde esperaremos a Cachi antes de ir al norte de la isla. Toca hacer lo que todo el mundo quiere hacer en agosto, ir a Bali, así que nos ponemos el traje de turista y nos vamos a todo el meollo del turismo playero. Igual nos estamos volviendo locos de tanto comer arroz, pero allá vamos, el 1 de agosto, ni más ni menos, que a Bali, a Kuta, al epicentro de viajes de novios y vacaciones playeras de “todo incluido”. Os prometemos seguir siendo fieles a nuestra filosofía y no permanecer en guirilandia ni un minuto más de lo imprescindible. Pero por encontrarnos con nuestros amigos no tiene precio y, no nos engañemos, seguro que lo vamos a disfrutar. Pues lo dicho, nos vemos en Bali.
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