sábado, 14 de abril de 2012

Los hechos relatados a continuación tuvieron lugar entre el 17 de marzo y el 5 de abril. Nos ha resultado un esfuerzo considerable acordarnos de las fechas, puesto que si hasta ahora el tiempo se había relativizado, ahora ha perdido todo el sentido. No hay días de la semana, no hay fechas.

Come again to Camiguin
La similitud del nombre de esta isla del norte de Mindanao con la frase “come again” es un tópico. Que la gente de dicha isla lo repita haciendo un alarde de hospitalidad también. También es un tópico en Filipinas encontrarse volcanes y selva desde sus cráteres hasta el borde del mar.  Pero Camiguin es diferente, es todo esto y mucho más y, aunque de nuevo las playas de arena blanca rodeadas de jungla escasean, esta isla nos lo ha dado todo.
Podemos comenzar con una llegada extraña para lo que conocemos de este país. Mucha gente ofreciendo transporte, alojamiento, alquiler de motos… muy insistentes. Pero un poco de paciencia y elegir el transporte barato, como siempre, desemboca en lo que viene a ser usual en todas nuestras paradas en estas islas. Alguien nos acompaña hasta un hotel barato con gente local de lo más maja. La idea era apalancarnos unos días en un sitio tranquilo cerca de la playa, pero aquí la playa está llena de resorts, por lo que nos quedamos en el hotel hasta encontrar alguien que nos alquile algo con cocina y ver si cogemos una moto para explorar la isla. Nada de eso. Al día siguiente aparecen Montse y Andreu, que puestos a pasar tiempo en Asia llevan casi tres años dando tumbos por la zona. Llevan unos días en la isla y nos introducen hasta la médula de la sociedad de la pequeña Camiguin. Antonio, un constructor que está en relajado viaje de negocios nos lleva de paseo al observatorio del volcán Hibok-Hibok, activo y cuya última erupción tuvo lugar en 1951. El punto de inflexión lo marcó nuestro traslado a la casa de una familia local. Andreu y Montse se habían ido con una abuelita a pasar sus días en la isla y nos consiguen hueco en casa de la hija de esta señora. Hablamos con Corazón y con Romeo, conocemos a su hijo, Rambron, vemos la estupenda habitación que nos tienen preparada y nos decidimos. Montse nos ha negociado el precio, cincuenta pesos. Hay cosas que se pueden llamar ganga, a esto se le queda corto.

Nos trasladamos muy temprano porque la idea es subir hasta la cumbre del Hibok-Hibok y no sabemos lo que vamos a tardar. Total, un puñado de horas para superar más de 1300 metros de desnivel y disfrutar del trekking por la selva y, una vez en lo alto, de las vistas que nos permiten los huecos entre las nubes, casi perpetúas alrededor de los volcanes de la isla. Una maravilla que termina dejándonos agotados. Un bañito en unas hot springs para relajarnos y a dormir por primera vez en casa de los Madrazo, en compañía de un geko de palmo y medio que grita como un condenado, así como de cientos de gallos que no paran de dar la lata noche y día.
Los días se suceden en compañía de Montse y Andreu, Antonio, Corazón y Romeo. Vamos a la humilde pero solitaria playa de Treehouse, disfrutamos del snorkel y de la gente. Disfrutamos de los desayunos que nos prepara Corazón y de toda la información que la pareja catalana nos proporcionan sobre los países del sudeste asiático.

Pero siempre hay sorpresas. Llegamos a casa después de cenar, dispuestos a darnos una ducha y poco más. Hoy no es el día de no hacer nada. Romeo y su cuñado Wine han estado celebrando algo y se han tomado unas cervecillas. El resultado es la noche más divertida que hemos pasado desde que empezó el viaje. La pareja cervecera está inspirada y los comentarios y las canciones improvisadas nos hacen llorar de la risa. Estos regalos que aparecen en el momento más inesperado no tienen precio. Somos bautizados como “Javi Papaya” y “Ésther Melon”, en honor a las semillas de los frutos que les damos para que planten. Pero va más allá y Romeo, entre vaso y vaso de cerveza, nos promete cambiar el nombre de su calle por el de Javi Papaya Street y el de la calle que cruza por el de Ésther Melon Street. También queda pendiente un cochinillo a la turn arraund (ya os explicaremos esto), cuando Montse y Andreu Coconout, Esther y Javi regresemos a Camiguin.

Y es que si alguna vez volvemos a Filipinas, difícilmente podremos escapar de la tentación de volver, como ya nos habían advertido, a Camiguin, donde la tranquilidad isleña y la hospitalidad de sus gentes nos ha dado momentos inolvidables. Toca partir, hacia Dumaguete, antes de ir al norte de Cebu, a las muy recomendadas playas de Malapascua. Antes pasamos un par de días esperando al barco nocturno en Tagbilaran, una ciudad muy llena, un poco sucia y de la que no podemos recomendar gran cosa.



Deslízate…

Tal y como le decía el pingüino al protagonista de El Club de la Lucha, algo nos decía que nos dejásemos llevar. Tal vez es lo más difícil. A pesar de no tener ni rumbo prefijado ni planes rígidos, es difícil relajarse y dejarse llevar por lo que te pide el cuerpo. Viajar es un término muy amplio y vamos experimentando fases que muchas veces escapan a nuestro control. Llegamos muy temprano a Dumaguete y, tras un par de días en la ciudad, Esther no quiere quedarse aquí, puesto que la intención era ir a hacer snorkel en la pequeña Dauin y visitar una cascada en Valencia. Si, tal como lo lees, Valencia. En la isla de Negros también está Murcia, Antequera, Alcoy y muchos nombres de ciudades españolas se extienden por las islas filipinas. Gracioso cuanto menos. Así que cogemos un trastito con un puñado de filipinos y en media hora estamos en Dauin. Dos horas y media costó encontrar un alojamiento fuera de los caros resorts que ocupan los turistas que vienen a bucear en las inmediaciones de Apo Island. Pero mereció la pena.

De la familia de Camiguin se podría decir que es la típica familia humilde filipina. Trabajan mucho, son creyentes, les gusta la cerveza y derrochan amabilidad. No se puede generalizar, pero por ahí van los tiros. La familia con la que pasamos los días siguientes, ya os adelantamos que alguno más de los dos previstos, es algo diferente, poco convencionales. Amado, Ethel y sus dos hijos, principalmente ocupados en vivir su vida, relajada y disfrutando de lo que tienen. El tiempo ha derivado en una buena casa, una tienda, material de buceo y snorkel para alquilar y de que Amado disfrute de su trabajo como Dive Master. Su hermano, gay, junto con dos amigos, más gays aún, nos hacen compañía. Siempre recordaremos el momento en que Rodelio nos confesó que hace cine. De su último éxito “Zombadings”, no nos quedó claro el argumento, pero es que una peli de zombies gays tampoco precisa de mucho. Increible.
En estos días pasaron muchas cosas, disfrutamos del snorkel, con mil peces y con tortugas, de alguna comida casera y de muchas, pero que muchas risas con Amado, Ethel, Rodelio y compañía. Mucha más hospitalidad y un sentido del humor más allá de cualquier expectativa nos atraparon. Algo más. Es semana santa y sin comerlo ni beberlo terminamos viendo la actuación de los diversos distritos del pueblo, en un absurdo y divertido concurso. Nos tratan muy bien, somos los únicos extranjeros, les llama la atención vernos con ellos en su fiesta. Nos invitan a comer… y que comida. Nada más y nada menos que un cochinillo asado, de esos que la piel cruje, con la carne blandita… grrrrrr, en palabras de Homer. Y una cosa nos lleva a la otra, dejando pasar las horas, los días y eso que llamamos tiempo. Nos deslizamos y tan solo la noticia que esperamos nos llegue en cualquier momento desde España nos tiene atados al mundo real, o a lo que siempre había sido el mundo real, o simplemente a otro mundo.

Do you want to enjoy whit us in Apo Island Fiesta?
Algo así dijo Ethel cuando estábamos a punto de marcharnos, no a Malapascua, sino a Siquijor, por recomendación de esta gente y en el sentido adoptado de dejarse llevar y ya veremos donde acabamos. Y así se hizo. Cogemos los sacos de dormir, la máscara y el tubo y nos vamos a Apo. Sin más. Bueno, antes de salir, cortesía del cuñado de Ethel, nos clavamos dos kilos de cochinillo a la brasa, que en esta zona estamos descubriendo que es el plato principal durante las fiestas de Semana Santa (y a contarle a otros cristianos lo de la cuaresma…). Barco y llegada a Apo. Muy pequeña y, cuando decimos pequeña es muy pequeña, con mucho movimiento por la fiesta y encantador. Nos vamos a la reserva de tortugas, y gratis porque es fiesta. Esto tal vez es repetitivo. Que si un coral increíble, muchos peces y tal, que si un fondo marino espectacular y tal. El caso es que de nuevo, cuando menos te lo esperas, te llega uno de esos momentos realmente emocionantes. Vimos varias tortugas, más grandes o más pequeñas. Pero una marcó la diferencia. Muy grande, muy tranquila y muy amistosa. Unos minutos nadando encima, a medio metro, majestuosa. La vimos comer y salir a respirar en un agua cristalina. Disfrutamos en Kho Tao de este espectáculo, pero esta nueva tortuga se superó. Diréis algo como: “joder que pesados”, pero solo lo comprenderéis del todo cuando lo viváis.
Y no todo es agua. También es comer. Pues la fiesta en Apo es free food and free drink. Las gentes nos llenaron de comida y bebida hasta que quisimos, algo descomunal. Nos vamos a dormir a la playa, muy bonito pero poco cómodo. Desayuno por la face y de nuevo a Dauin, donde empaquetamos y nos marchamos, con una pereza sobre humana y tras una nueva despedida, de esas que dan realmente pena, puesto que, al igual que en Camiguin, nos gustaría volver pero vete tú a saber si nos volveremos a encontrar alguna vez. Rumbo a Siquijor, al hotel que nos recomienda Ethel, con la sensación de haber encontrado un filón donde solo había un Eel Garden, que es lo que buscábamos en Dauin. Lo que encontramos lo dejó a la altura del betún, igual que a la increíble cascada valenciana, y mira que ambas cosas molan, y molan mucho. Sorpresas que nos hacen sentirnos muy satisfechos y contentos por haber venido a Filipinas, a estos lugares… felices por deslizarnos…



3 comentarios:

  1. Hay que ver lo mal que os lo montáis!

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  2. Me dais mas envidia que na!! :D
    Se os ve superfelices! y muy guapos! eso es que comeis bien! jajaj
    os echamos mucho de menos!
    mil besazos!!!

    Sonsoles

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  3. Menudo cochinillo entre pecho y espalda...jajajaj
    Aunque cuando vengais tendreis la certeza de que os leo...asi dejo comentarios y os quedais mas tranquilos...jajaj
    Que ganas de veros ya joe! :)
    Tu hermana y cuñada :)

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